Hay que reconocer que sÃ, que en algunas zonas Santander también tiene sus cuestecillas. Unas se salvan a base de asfalto, otras a base de funicular y otras a base de escaleras. Andaba callejeando esta vez a la busca no de alguna palabra escondida sino de unas escaleras y aparecà en la calle San Celedonio. Pocos milagros debió hacer cuando le dedican una calle tan escasamente agraciada.
Desde allà parte la calle La Puchera que me sorprendió porque no es calle, son escaleras que cruzan bajo sucesivos bloques de edificios.
Seguà caminando y aparecen otras ocupadas por un tropel de gatos poniéndose las botas con algo de comida que les acababan de echar. Al más cercano a mi le pudo más la vanidad que la gula porque fijaros qué pose ponia el condenado. Debió verme con pinta de pertenecer al National Gatographic y me deleitó con una posición de firmes que no la mejora ni la cabra de la legión.
Siguiente calle, siguiente cuesta. Esta era la que yo buscaba, aunque a decir verdad no me la esperaba asÃ.
Fijaros bien en este encuadre. Esa subida. Ese cartel. Esas barandillas.
Qué parecido, ¿verdad? Esto es lo que iba buscando, pero ya no está. Si el Desvelarte 2013 entre otras cosas habÃa llenado la ciudad de palabras de metacrilato, el Desvelarte 2010 dejó en varias escaleras una huella similar a ésta. Lástima que hayan desaparecido ya porque me parecÃan verdaderamente espectaculares.
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