Yo sigo a lo mÃo, retratando candaditos aquà y allá. Claro que la cosa ya ha perdido mucho interés desde que vi una foto del «Pont Des Arts» de ParÃs. Mucho candado nos falta para llegar a ese nivel y para tumbar un trozo de la barandilla, aquà nos tenemos que conformar con poca cosa. Ya véis, un mirador, un monumento, una barandilla de lo más apetecible…
Y cuatro candados mal contados. Para más inri algunos en vez de anclarlos a los largueros prefieren colgarlos de otro candado.
Más nivel vi en el Mirador del Monte Naranco, en Oviedo. El mejor lugar para ver «el centollo» de lejos y donde hay una valla bien surtidita de candados.
También los apilan como aquÃ. A lo mejor es un candado familiar, el grande para papá y mamá y los demás, uno por cada niño. O es alguien que tiene tres novias y no acaba de tener claro a cuál quiere de verdad. Quien sabe…
Otra versión más. Una cadena y de ella colgamos todos en plan bolas de árbol de navidad. No, si al final acabará siendo un arte decorativo el asunto este.