Mira que he visto cartelitos, pegatinas e inscripciones curiosas en coches, pero siempre habrá alguno que me sorprenda. El Prado, pueblecillo perdido en el sureste cántabro a escasos metros de Euskadi. Un todo-terreno aparcado con unas letras sobre el cristal trasero. Vamos a echar una ojeada.
«¡Donde no llegan mis pistones, llegan mis cojones!». Si señor, fino, elegante y señorial como para aparcar el vehÃculo a la puerta del Casino de Montecarlo…
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