Si el lunes a las seis de la tarde anunciaban la conjunción planetaria de una pleamar, marea viva, temporal de viento y oleaje a lo bruto, ¿dónde os imagináis que estaba yo? Pues si, en primera lÃnea ignorando como siempre las recomendaciones de Protección Civil. Pero nos os creáis que era el único, no…
De camino a Somo ya me imaginaba cómo iba a ser la historia. Asà estaba la marea el otro dÃa:
Y asà estaba el lunes. Ligera diferencia que va indicando la que se avecina.
Aquello del fondo es la Isla de Mouro. Sobre la isla hay un faro de dimensiones respetables, a cuenta de las olas rompiendo casi no se veÃa ni la isla, ni el faro. Madre mÃa, qué bien me lo voy a pasar…
Ya os dije que no era el único, que va, otra vez parecÃa esto una romerÃa. Nunca hubo tanta gente en Somo durante el invierno como con los temporales, si no es raro cruzarte con dos o tres personas en todo el pueblo.
Estos son los famosos chalets que el mar va desguazando poquito a poquito. Fijaros dónde llega el agua y eso que faltaba un buen rato para la pleamar.
Por la zona de la Escuela de Surf, la Guardia Civil habÃa puesto una cinta para impedir que pasara gente con los coches. Normal, si las olas estaban entrando directamente a la calle como perico por su casa. Vease lo de «Esto es una romerÃa», capÃtulo 2.
La calle de detrás de los chalets. Por esto no dejaban circular. Pobre el que se olvidó aqui el coche, cómo habrá quedado tras horas y horas de recibir agua y arena en cantidades industriales.
Desde lo alto de la Escuela de Surf era desde donde mejor se veÃa el asunto. Allà estábamos un tropel de gente alucinando con la fuerza del mar y las olas que se colaban una tras otra en el paseo.
Y para que lo veáis en vivo, vÃdeo conmemorativo del evento. Esto es una ola, fijaros con qué fuerza entra en el pueblo, cómo sigue, y sigue, y sigue… y solo es una, que a lo largo de la tarde hubo un montón como ellas. Palabrita que me parece asombroso que los chalets sigan en pie.
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