El valle de Villaverde es una de esas curiosidades territoriales cántabras. Se trata de un trocito de tierra inmerso en Vizcaya, ese que véis de color rojo.
Si os soy sincero… me llevé una cierta decepción. Como es lugar donde nieva lo suyo en invierno me suponÃa que serÃa zona montañosa, agreste, abrupta y rocosa. Pues ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá. Es asÃ:
Valles, montañas bajas, viñedos… a mi me recordaba un montón rincones de Galicia.
Buen recorrido nos pegamos por carreteras nacionales a la busca de lugares especialmente llamativos pero psé, psá, no va a entrar esta zona dentro de mi lista de lugares favoritos. Lo dicho antes, si aquà en vez de «Alto de La Escrita» pone «Alto de FontefrÃa» me lo creerÃa totalmente.
Llegamos a un pueblo que por nombre recibe el de «La Matanza», prefiero ni preguntar qué habrá pasado allà para tal denominación. Veo cartelito anunciando la existencia de un «Museo Etnográfico». Pues nada, vamos a verlo.
A verlo por fuera, claro, porque llegando a la hora de comer normal que esté cerrado (las tres de la tarde casi en punto marca el reloj de la torre). Aún asà gracias a que la verja exterior estaba abierta pude sacar unas cuántas fotos.
Primero el edificio, que son unas antiguas escuelas reconvertidas. Luego este mural, que muestra los elementos más representativos del Valle de Villaverde.
Gracias a la explicación adjunta aprendà dos cosas de lo más curioso: que allà se dan las «vacas monchinas«, raza montañesa en peligro de extinción, y que también es la tierra del «perro villano«. Pensé que hablaban de un perro malo y con mala leche, pero no, es un perro tranquilo, no agresivo con las personas de su entorno y fácil de adiestrar. Eso si, guapo, lo que es guapo, va a ser que no…
2 comentarios Escribir un comentario