Parece ser que por estos lares tienen los propios de esta tierra una desmedida afición a la pesca. En el Paseo de Pereda, en pleno centro de Santander, nunca faltan los devotos de la actividad que van con su sillita, su caña y a pasar el tiempo relajadamente. Pero eso es muy fácil. Hay quien le gusta complicarlo más. Llegados a Suances me voy al faro, bajo hacia el acantilado cruzando tojos y maleza, una vez que llego al borde ¿qué me encuentro? Un par de pescadores con cuatro cañas, que usar sólo una caña habiendo dos brazos es desperdiciar la mitad de los recursos.
Y es que eso de pescar al borde de los acantilados tiene mucho forofo. Fijaros en esta imagen, sacada desde los acantilados de la playa de Langre. ¿Veis algo?
No ¿verdad? Ampliamos un poco, lástima haber llevado encima sólo el móvil, y ¿adivináis qué es ese puntito en lo alto de una peña en el centro de la imagen? Efectivamente, un pescador. Con los huevos bien grandes, añado, porque un resbalón o un despiste y te encuentran mes y medio después nadando allá por Groenlandia.
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