Recordaréis cómo hace una semana hablaba sobre las figuras que uno podÃa encontrar mientras caminaba por los jardines del Palacio de la Magdalena. Pues bien, hoy toca segunda y última parte con otras cinco o quizá seis obras, dado que la autorÃa de la última tampoco ha podido ser corroborada con total seguridad.
La primera es una sillita y hay que reconocer lo fino del trabajo y lo impresionantemente bien que viene a veces un buen asiento tras un rato de caminata. Pero claro, es entonces cuando te asalta la duda. Si esto es una obra de arte… ¿me siento o no me siento a ver si lo van a considerar una herejÃa y seré quemado en la hoguera de los hijnorantes?
Segunda obra, un botijo. Inventiva, y buena ejecución, me imagino que hacer algo con esas curvas sin un torno no ha de ser excesivamente fácil.
A continuación viene una seta. Parece que en su dÃa tuvo la parte superior pintada de rojo pero se le ha ido yendo el color.
Un taburete, que menos mal que está pegado al tocón del árbol porque por la situación de las patas y el ángulo de la situada más a la derecha no sabrÃa yo si serÃa muy seguro sentarse en él.
Una hoja, se nota que es reciente por el color claro y limpio de la madera, sin que se aprecien todavÃa los efectos del paso del tiempo como en los tres anteriores.
Y por último, la única de la cual tengo dudas en cuanto a su autorÃa. Por la forma, colores, texturas y brillos parece ser una abstracción del mundo del yogur llevado al plano del arbolado. La inclinación del tocón añade tensión a la obra y la posición de la cucharilla nos hace ver que aquel que la usa manifiesta una clara timidez al iniciar su labor comedora por una esquina y a pequeños bocados, en vez de por el centro y con grandilocuencia, expresando todo ello la probabilidad de una personalidad manifiestamente influida por una figura paterna o materna excesivamente autoritaria. Quisiera poder deciros algo más del significado de la obra pero como de estas cosas entiendo lo justito, poco más puedo añadir.
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