Justo cuando estás a punto de salir de Cantabria en dirección Bilbao habÃa visto un cartel indicativo de la playa de La Arena. A continuación viene un puente y aparece a mano derecha una pedazo refinerÃa de Petronor que menuda cosa más grande. A lo mejor las hay mayores, pero de todas las que he visto en mi vida (una), ésta es la más grande por el momento.
La última vez que nos acercamos a Bilbao hicimos una paradita a la vuelta. Conseguà batir mi récord porque en el proceso salir de la autovÃa, ir en dirección a la playa, aparcar… me perdÃ. Acabamos en otro lado que no me preguntéis cómo se llega porque además no me acuerdo. Sólo sé que se veÃa una lengua de arena, el puente de la autovÃa y los enormes depósitos de la refinerÃa allá a lo lejos. Primer pensamiento que me viene a la cabeza: anda, que como un dÃa se les afloje una tuberÃa y empiece a verter, van a dejar finos a los bañistas.
Un rato antes de ponerse el sol aparecimos por fin en la playa buscada, con lo cual me puse morado a sacarle fotos a la doña con esa luz dorada que tanto favorece los retratos. La playa, una playa como las demás playas, con su arenita, sus olitas, sus bañistas y demás. Cafecito disfrutando de la brisa marina en la terraza de un chiringo playero que lo único que han cambiado de la decoración desde 1960 ha sido el calendario una vez al año y no precisamente por ganas. Dios, qué vida más ajetreada llevo, con tanto estrés no voy a llegar a viejo.
En fin, que todo correcto, todo bonito… salvo un cartel que me dio un mal rollo que pa qué. «Cómo actuar ante una emergencia quÃmica», como si me hubieran leÃdo el pensamiento antes. Seré un aprensivo, pero me parece esta playa poco la voy a pisar si con cada cuesco que se tire el vecino de toalla me va a entrar el pálpito pensando en una fuga de gas procedente de la refinerÃa.