Ya que ayer hablaba de Biarritz, recuerdo que el veinte de octubre de 2013 estaba allà entretenido haciendo turismo y llevándome una mojadura de regalo como ya conté meses atrás. Las cosas de situarse justo en la esquinita izquierda de este mirador cuando una ola cabrona golpeó justo en la base, salió propulsada hacia arriba y toma ducha gratis para el par de tontos más tontos.
Este año pasamos por Biarritz el diecinueve de octubre, de puñetera casualidad y sin haberlo planeado, como desafiando al mar en plan «mira donde estamos otra vez». Bordeamos la Roca de la Virgen pero como gato escaldado del agua escapa, ni pisar el mirador, que uno queda como un cateto una vez pero aprende para el futuro.