Esto de los móviles con cámara para mi ha sido una bendición. Antes veÃa cosas curiosas y como no llevaba la compacta encima me las perdÃa. Ahora saco el teléfono ante cualquier elemento que me llame la atención y hala, recuerdo que me llevo para publicarlo en el blog. Como soy bastante andarÃn y me voy fijando en todo lo de alrededor raro es el dÃa que no vuelvo con varias fotos publicables. Como estas dos. Salgo a estirar las piernas para que no se me anquilosen a pesar de este invierno cántabro que tan poco invita a asomar la cara fuera de mi casa calentita y veo algo en el suelo. Ostras… ¡un lagarto decapitado!
AhÃ, abandonado en medio del asfalto, la cabeza desaparecida y el cuerpo estiradito como quien toma el sol. ¿Quien habrá sido? Un coche lo dudo, ya serÃa punterÃa pillarle justo la cabeza. Además el lagartijo probablemente lo verÃa venir. ¿Un gato? Quien sabe. Lástima no llevar una tiza porque hubiera pintado un pentáculo alrededor del cadáver y menudo susto se llevarÃan los vecinos pensando que alguien del barrio hacÃa ritos satánicos con lagartijas.