Meruelo. Ni recuerdo cómo habÃamos llegado ni dónde Ãbamos, sólo sé que veo una iglesia en lo alto y allà nos dirigimos por si tiene algo que ver. Cerrada, por supuesto. Y por fuera nada especial. En la categorÃa «una de tantas» la encuadrarÃa.
Vista desde otro ángulo nada hace suponer que merezca abandonar esa clasificación. Por supuestÃsimo que habiendo ganas de sacar una foto siempre se las arreglan los cables para salir por el medio. Además que no es un cable, ni dos, ni tres sino cinco cruzando por todos lados.
Tampoco la entrada es algo del otro mundo. Tejadillo, murito de piedra, columnas, puerta, lo mismo que en todas las iglesias.
¡Ups! Algo novedoso, sÃ, en una de las columnas de entrada: «Prohibida la entrada con perros». Pues el señor cura sabrá, pero con el cariño que se le coge a los animales alguno habrá que no vaya a misa por no dejar a su chucho solo. Además, los canes también son criaturas del señor. ¿Que dirÃa San Francisco, que hasta predicaba a las aves?