Si ayer comentaba que pasamos por Tudanca, el verdadero motivo de esa excursión habÃa sido acercarnos a zonas de la berrea para ver si ojeábamos algún ciervo de cerca. Pero claro, para ver ciervos hay que andar por los montes lo que no está escrito y no estábamos muy por la labor asà que me conformé con sacar mis prismáticos de 9,99 euros y otear montes y prados en busca de algún cornúpeta. Oir, se oÃan bien a gusto conforme fue cayendo el sol, pero ver no se veÃan hasta que apareció ese que véis en el centro de la imagen.
Si, lo sé en foto no se ve nada de nada salvo que amplie a lo bestia y aún asà se distingue malamente un bichito con cuernos pastando de espaldas, pero con los prismáticos se veÃa mucho más grande lo cual tiene su mérito porque habÃa kilómetros de distancia entre él y yo. Me hizo la mar de ilusión verlo, me quedé embobado contemplándolo, preguntándome cómo es posible que haya gente capaz de ver un animal asà de majestuoso y pegarle un tiro por afición. Palabrita que ni lo entiendo, ni lo entenderé en la vida.