La cabra tira al monte Buciero (II)

Sigo subiendo al Monte Buciero tras una primera parte que me dejaba en el Fuerte del Mazo. Cada fortificación tenía un polvorín asociado donde almacenaban el armamento. Estaba situado a una cierta distancia del propio fuerte supongo que por motivos de seguridad. Así a escasos metros aparece el Polvorín del Helechal, que no es visitable al ser particular y haber sido reconvertido en granja. Ya faltaba menos para llegar a lo alto del Buciero, la cima es eso de ahí atrás.
Polvorín del Helechal
Todo el camino está bastante bien señalizado, excepto un cruce donde habían arrancado los indicadores. Por suerte y viendo el mapa que me traje acerté en la orientación. Hay cinco rutas en el Monte Buciero, si queréis verlas están perfectamente descritas en la web de Turismo de Santoña.
Indicadores de ruta
Para ir desde el fuerte del Mazo hasta la cima hay que desviarse por ese camino que sube a la izquierda en el cruce del polvorín del Helechal. Es el único punto que no está indicado pero tuve la suerte de encontrarme con otra gente que estaba a la misma faena que yo y me dijeron por donde seguir.
Desvío para subir al Buciero
Cuántos de estos veía en mi Galicia natal repartidos por campos y montes. Somieres y bañeras, los elementos más reciclados en el rural como cierres y bebederos de vacas.
Bañeras y somieres
¿Y si tienes muchas vacas? Jugamos al juego de las bañeras encadenadas. Una, otra y otra, las necesarias para que no quede ni una vaca con sed.
Bañeras encadenadas
Menos, ya queda menos. Una casa en ruinas antes de las últimas rampas.
Casa en ruinas
Echo una ojeada dentro y ¡coño! Una vaca en un pedestal mirándome con cara de «¿Este qué pinta aquí?».
Vaca en pedestal
Quedaban las últimas rampas que se iban complicando poco a poco. Pasamos a una zona más inclinada y cubierta de tierra, más resbaladiza al subir y bastante más resbaladiza al bajar. Mucho ojito que donde menos te lo esperas acecha el patinazo.
Subida por caminos de tierra
Tras la tierra, rocas y con una inclinación aún mayor. Dado que no estoy, por decirlo de alguna manera suave, en una forma ideal (las cosas de no pegar un palo al agua en todo el verano) opto por tomarme las subidas con mucho relax. Diez metros para arriba, pasito a pasito tranquilamente, me paro a sacar un par de fotos, otros diez metros, paro a sacar una foto con el móvil y se lo mando a la parienta para que vea cómo uno es impermeable a todos sus ruegos para que me aleje de lugares peligrosos, otros diez metros, paro a beber agua. Habrá quien prefiera llevar un ritmo constante y subir de un tirón, a mi ásí me resulta más fácil. Cuesta rearrancar tantas veces, pero no me agoto subiendo todo seguido.
Subida por la roca
En el último párrafo parece que estoy describiendo mi subida al Everest y en realidad estaba subiendo a un pico de 367 metros. El día que toque subir una montaña de verdad voy a ser la risa de toda la cordillera cantábrica.

Deja una respuesta


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.Más información sobre las cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies