Iremos acabando ya con el relato de la subida al Monte Buciero, que si un montÃculo de 367 metros mal contados da para cuatro entradas, el dÃa que suba al Pico Tesorero (2.570 metros) lleno todo un mes sólo con esa excursión. Y si subo al Everest mejor que le vaya cambiando el nombre al blog por «Vamos al Himalaya» porque no iba a hablar de otra cosa.
En la entrada anterior estaba en lo alto del pico disfrutando de las vistas. Menuda gozada sentarte en una piedra tranquilamente a que te dé el aire mientras contemplas Santoña allá abajo, todas las naves de las fábricas de anchoas, el puente por el que se sale en dirección a Cicero, ese pequeño cerro del fondo se llama Montehano y aunque casi no se distingue, a su izquierda hay un convento de los capuchinos declarado Monumento Nacional.
Al otro lado está Laredo, sus playas, la RÃa de Treto y la bruma retirándose poco a poco.
En lo alto del Buciero hay una cruz y unos diez metros más allá una bandera de Cantabria. En el suelo junto a la bandera encontré un banderÃn de color verde. Un tubo metálico sobresalÃa un poquito más arriba. Como la neurona tenÃa el dÃa bueno deduje que alguien habÃa subido y dejó el banderÃn como prueba de su hazaña. Seguramente metió el banderÃn en el tubo para que no se moviera y aún asà se le ha caÃdo. Pues nada, aquà vengo yo al rescate y voy a meter de nuevo el banderÃn en el canuto metálico para que luzca mejor.
Pues menos mal que se me ocurrió echar una ojeada en el tubo antes de meter nada… porque fijaros qué habÃa dentro e imaginaros la gracia que les iba a hacer ver uno llegando con un palitroque, metiéndolo dentro y destrozándoles el avispero… mare mÃa, de la que me salvé…
Detrás del Buciero hay otro pico aún más alto, el Ganzo con sus 376 metros. Sin embargo, las mejores vistas son desde el Buciero asà que me ahorro la segunda subida del dÃa.
En cambio hacia el norte hay otro alto que sà me estaba entrando por el ojo derecho. Se llama «La Atalaya», con 314 metros y desde allà las vistas prometen mucho más.
Probablemente se utilizaba como punto de vigilancia para alertar a los del fuerte de la llegada de algún enemigo. En la parte superior se distingue una construcción aunque parece en ruinas. La jodienda es que la ruta oficial de subida estaba bastante alejada de donde yo me encontraba y no se aprecia un camino directo para bajar la montaña y subir hasta la Atalaya. Como a un servidor ya ha tenido suficientes experiencias bajando laderas a lo bestia, aprovecho que casi es hora de comer para retirarme sin deshonra. Si eso ya lo subiré otro dÃa con más ganas.
Y para finalizar, qué mejor que una panorámica en grandote desde la mismÃsima cima del Monte Buciero. Sol, tranquilidad, aire puro, estas vistas, qué disfrute y aún es gratis. Aprovechémonos hasta que el gobierno ponga una «tasa por subida de montaña», porque seguro que a alguno del ministerio de economÃa ya se le ha pasado por la cabeza.