Tras la entrada uno y dos me habÃa quedado a puntito de llegar a la cima del Monte Buciero, señalizada por esa cruz. Un pequeño tramo de subida más y ya estoy.
En nada me planté en la cima. Qué pasada de vistas. La cruz en primer plano, Santoña allá abajo, las marismas del Joyel, la rÃa de Argoños, Montehano… madre mÃa, cómo estaba disfrutando.
Unos metros más allá aparece una bandera de Cantabria. Como el dÃa estaba de lo más tranquilo y no hacÃa la menor gota de viento está la banderita perfectamente flacida, lo cual no es óbice para fijarme en un curioso detalle: quien la puso ahÃ, la montó al revés. La bandera cántabra tiene lo blanco arriba y lo rojo debajo, en ésta se nota claramente que están los colores en la posición incorrecta.
Girando la mirada un poquito a la izquierda se puede ver incluso la playa del Puntal de Laredo, machacada por los temporales invierno tras invierno. El Puntal es justo la esquinita, la parte izquierda es la playa de la Salvé y el otro lado es la playa del Regatón (espero que no sea por estar llena de horteras cantando aquello de «perrea, perrea»).
Ampliamos un poquito más para verlo todo mejor. Qué cantidad de barquitos hay fondeados en verano, mientras que en invierno ni barcos, ni gente ni nada de nada.
También se ve perfectamente la plaza de toros de Santoña, sirviendo de separación entre el paseo marÃtimo y el puerto.
Girando ciento ochenta grados y mirando hacia el mar en vez de hacia el interior se ve la playa de Berria, a la derecha de la playa está el penal del Dueso y si os fijáis ahà a la izquierda hay un alto con una construcción. Ese es el Fuerte del Mazo, que salÃa en la primera entrada del Monte Buciero.
¿Qué me quedaba por hacer? Sentarme un rato, beber, comer algo para recuperar energÃas, sacar una panorámica, la meadita de rigor y preparémonos para ir bajando. Eso, en la cuarta y última parte.
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