El uso de Twitter y las redes sociales está llevando a que la gente , estén donde estén, necesiten ir contando lo que hacen o les dan los siete males. Que no tengan el ordenador o un móvil a mano es lo mismo, el caso es relatar la existencia propia mientras va discurriendo. Y a los hechos me remito, fijaros, «Este billete estubo con migo cuando me estaban arrestando desde las 2 hasta las 6:30 en la comisarÃa». Palabrita que me debo haber quedado atrasado, porque si me tienen cuatro horas y media en comisarÃa lo que menos se me ocurrirÃa es dedicarme a narrar lo sucedido en un billete.
Por cierto, menudas historias para digitalizar esto, en cuanto intentaba meterlo por el escáner saltaba un cartelito avisando que está prohibido digitalizar papel moneda y (en otras palabras) que me fuera a tomar viento a la farola. Total, si los que quieran falsificarlo seguro que saben de sobra cómo hacerlo, al final a los únicos que fastidia esa medida de seguridad es a los pobres pardillos que nos encontramos una inscripción jocosa en un billetito y queremos compartirlo con el resto del mundo.
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