De vuelta de Poncebos veo a mano derecha este puente sobre el rÃo. Vamos a parar, que nunca se sabe donde puede uno conseguir una buena foto. Además estos puentes colgantes siempre me encantaron, sobre todo si voy acompañado para ponerme a pegar saltos mientras veo la cara de horror de quien viene conmigo. Garantizado que deben estar bien hechos porque no se caen. Si de pronto algún dÃa este blog se deja de actualizar súbitamente y no hay respuesta, quizá es por un puente que no estaba del todo bien hecho o el mirador del cable ha cedido finalmente ante mi tonelaje.
Foto, lo que es foto, no saqué ninguna especialmente interesante. Bien porque no la habÃa o bien porque cuando paso por aquà suele ser de vuelta de pegarme alguna caminata de impresión, hecho polvo tras alguna ruta montañera, con lo cual ni tengo los sentidos despiertos ni ganas de moverme mucho para experimentar con la cámara. Además del rÃo retraté el bar que hay en la orilla por dos razones, una para recordar exactamente el punto donde estaba y otra porque aquà se vende queso natural 100%.
¿Qué cómo lo sé? Porque unos metros más adelante hay un aparcamiento donde dejo el coche cuando paro aquÃ. Justo enfrente se puede ver un agujero en la roca con una valla cerrándolo y un cartel indicador de cueva para la maduración del queso y venta en el bar.
Más de uno se preguntará qué hacen los quesos metidos en cuevas. Pues nada, parece ser que es el lugar ideal para curarlos debido a las condiciones de temperatura y humedad, asà se hace por ejemplo el afamado queso Gamoneu. Si queréis culturizaros, echad una ojeada a este video donde se puede ver una de esas cuevas queseras.