Las huellas del zorro

Nunca pensé que una serie de paseos siempre por los mismos prados pudiera dar lugar a tantas entradas, el otro día la de los topos, hoy la de los zorros y unas pocas más que vendrán tarde o temprano. La de los zorros, decía, cuando en realidad tengo una duda razonable entre zorros o tejones. Me explico, de charla con el dueño de un prado me había dicho que al fondo solía estar un zorro con varias crías. Fue saberlo y empezar a rondar por la zona a ver si lo descubría. La primera en verlo fue la parienta, me señaló un punto anaranjado en medio del verde de la hierba y efectivamente, debía ser él. Con posterioridad vimos otra cosa, pero más grisacea. Días más tarde hablando con otro vecino me dijo que en ese campo había tejones, o «tasugos» como les llaman aquí. Vaya hombre… pues iremos a explorar. Allá me voy con los perros y empiezan a aparecer madrigueras. Primero una:

Luego un adosado zorruno:

A continuación una clara muestra de que allí algo había porque lo que parecían los restos de la pata de un animalico no caen del cielo, salvo que los de Ryanair tiren la basura antes de aterrizar para aligerar peso. Aún así, dudo que nadie pida una pata de cordero en esa línea aérea, si te cobran lo que te cobran por ir sin la tarjeta de embarque impresa, para pagar una pata de cordero igual tienes que hipotecar la casa.

Amargas quejas por parte de mis perritos, intentando hacerme entender que esos huesos habían sido puestos ahí por el dios de los canes para premiar su buen comportamiento y sería un desprecio irse sin comerlos. Ni de coña, vamos, se enteran que andáis comiendo huesos abandonados y os quitan el pedigrí como mínimo.

Días después por la misma zona encontré otras dos madrigueras recién hechas. La una más discretita, sólo se notaba el agujero. La botella de un litro la puse yo para tener una referencia del tamaño. Ahora sólo tengo que buscar un zorro, ponerle la botella al lado, sacar foto, buscar un tejón, poner la botella, otra foto y sabremos a quien corresponde. A una comadreja seguro que no porque son más de gintonic que de agua.

La otra madriguera era un poco más llamativa, sobre todo por la de tierra a la entrada que se debe ver hasta vía satélite. En las paredes de la madriguera muchas huellas de uñas pero en la tierra ni una pisada, y eso que me interesaba para poder identificar al animalito.

Varias veces más pasé por allí a ver si había novedad pero ná de ná, y eso que sé que algo hay por la sencilla razón que si unas entradas tienen telaraña y otras no, es que en unas entran y en otras no (esto que mentalmente me salgo, oiga). Pues nada, seguiremos de visita hasta que haya novedades. La próxima vez creo que daré un par de golpes en la parte superior de la madriguera y diré «Buenos días señor tejón, ¿tiene un momento para la palabra del señor?» a ver si hace lo que hacemos todos, salir corriendo.

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