Entra un nuevo año, pasan los dÃas y yo sigo dedicado más o menos a lo mismo que antes. De cuando en cuando, pasar por el Cine Los Angeles donde cada dÃa me sorprenden con algo distinto. Si hace tiempo alucinaba con las entradas en papel, la última vez fue incluso más asombroso: entradas de color rosa en un rollo como no veÃa desde hace un montón de años. Deben haber comprado un buen lote de ellos porque aún figura el IVA al 7%, cuando hace tiempo que subió al 8% y desde septiembre al 21% para los espectáculos.
Habitualmente no me libro de acompañar a la parienta a todo cuanto evento, showroom o mercadillo haya por los alrededores, y esta época puedo decir que hay muchos, pero muchos, muchos. Ella lo disfruta como una enana, mira, ve, toca, prueba, hace nuevos contactos y yo saco fotos como un descosido a todo lo que haya para alimentar gráficamente su blog. Y sin rechistar, no me vaya a ganar una colleja.
Pensé que frecuentar lugares donde se muestran modas variadas podrÃa echarme una mano en mi legendario mal gusto para vestir pero se ve que no, mis capacidades cognitivas siguen sin indicarme que jersey rojo de rayas horizontales con pantalón azul de rayas verticales y zapatos verdes de charol aún no se llevan en conjunto. Pues no sé yo, no lo tengo tan claro…
Sigo dándome paseos con los ojos bien abiertos, porque mientras haya señales de tráfico y gente con rotuladores y fijaciones mentales, habrá cosas que fotografiar.
O incluso por el centro. Máquina de vending nuevecita colocada en un local de Santander.
Ojos que se van directamente ¿adónde? A la pifia ortográfica. Cómo no. Hambuerguesas, de la ciudad de Hambuergo. Por no decir nada de lo de abajo del todo, Snakc a la izquierda, Snacks a la derecha. Se confirma la aplicación de la famosa teorÃa del 50%, según la cual se hace asà porque por lo menos una irá correctamente.