Visita a Potes, domingo, dÃa de entretenimientos varios como hacer turismo y de pronto, por un resquicio veo pasar un niño volando. ¿Mande? ¿Es que acaso los niños de este pueblo vuelan propulsados por los gases de un cocido lebaniego? Movidos, como no, por mi insana curiosidad nos acercamos hacia la zona donde los tiernos infantes surcaban el cielo y descubrimos lo que parece ser un curioso entretenimiento dominical. Tendieron una tirolina desde el puente que cruza el rÃo en el medio del pueblo y amarrados con su arnés disfrutaban los niños de un vuelo sin motor.
Vuelo que por cierto no era corto, tranquilamente unos cien metros y pasando por debajo del puente donde hice la foto anterior, para finalizar en el pequeño paseo que bordea el rÃo.
Ganas habÃa de probar tal sensación, pero con todo lo que he comido últimamente, 100% asegurado que acababa con el culo en el agua y el cable pidiendo auxilio.