Más historias de candados

Retomamos un clásico de este blog, las historias de los melífluos candaditos del amor, pero tratando de buscar una visión diferente a lo habitualmente pasteloso del tema. Hoy vamos a ver cómo es el asunto éste en lugares lejanos. En primer lugar, San Sebastián. En el paseo nuevo que bordea el Monte Urgull me sorprendió ver como basta dejar una argolla anclada en un muro para que enseguida se monte una orgía de candados, todos a mogollón unos encima de otros hasta que no quepan más.
Candados en argolla I
Y no era sólo cosa de una argolla, todas las distribuidas a lo largo del muro estaban igual.
Candados en argolla II
En un tramo de ese paseo han colocado una valla metálica con un curioso diseño de listones agujereados. No sé si ha sido adrede o inconscientemente, pero os podéis imaginar a qué conduce esto…
Valla para candados I
Pues si, es el camino más rápido a Candadolandia. Como se dice en Galicia, «era visto».
Valla para candados II
Nos cambiamos de país, pasamos a Francia y concretamente a Biarritz. El puentecillo que lleva a la Roca de la Virgen también está lleno de candados y otras cosas. Vamos a por lo primero. Candados, pero de alto standing donde no van los nombres escritos con rotulador sino grabados, un nombre por cada cara. El primero que discurra cómo fabricarlos con forma de corazón se va a forrar, os lo aseguro.
Candados con grabado
No eran pocos los allí puestos, aquí va una foto aprovechando la puesta de sol para que veáis la densidad. Eso sí, se ve que a la gente lo de agacharse para colocarlos en la reja no les va mucho, cansarse gratis hay que reconocer que no nos gusta a nadie.
Puesta de sol con candados
Pero lo verdaderamente asombroso de aquel lugar, además de las taimadas olas que saltan el muro para empapar desprevenidos turistas, es que la gente cuelga de todo. Aquí se puede ver una colección de gomas para el pelo atadas a la valla. Será cosa de la crisis, que no quedan fondos para comprar candados y hay que demostrar el amor con lo que se tiene más a mano.
Lazos en la valla
De todas formas el oscar a la originalidad (o al cutrerío) se lo llevaba ésto. Una cremallera colgada de la valla. Es que sin palabras me quedo para describirlo…
Aquí cuelgan cualquier cosa

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