El pasado fin de semana hicimos una escapadita a Oviedo. Todo muy bien, tiempo fantástico, ciudad preciosa y grandÃsimo descubrimiento el «Bulevar de la sidra». Una calle semipeatonal repleta de sidrerÃas donde comer, picotear algo o simplemente alegrarse la vida con una botella de sidra que está tirada de precio y baja que da gusto.
Sin embargo allà tuve una extraña sensación mientras comÃamos. No sé, era como si alguien me estuviera observando, como si tuviera unos ojos fijos en mi pero por más que veÃa no habÃa nadie en los alrededores, sólo este bolardo…