De camino hacia la Cabaña Verónica va uno dándose cuenta que las montañas por ese lugar son como el queso de gruyere, repletito de agujeros en paredes y suelos. No es raro encontrar algo asà al doblar cualquier recodo.
Parece una cueva. Foto sÃ, entrar no, que igual reposa en su interior un oso en plena hibernación y ya se sabe la mala leche que gastan los bichos estos al despertar.
Más o menos donde el camino se bifurca y te puedes desviar hacia unas minas abandonadas aparecen otra serie de agujeros en la pared. Agujero grande con aspecto de entrada de cueva y agujeros varios con pinta de estar conectados.
Lo mismo de antes, me abstengo de entrar no vaya a pisarle un callo a un oso y ya la tenemos liada.
En el tramo que va desde la Cabaña Verónica hasta el Collado de Horcados Rojos me desvié un poquito del sendero habitual y encontré ésto: una enorme sima en medio de la roca. Y no es la única, habÃa un montón alrededor.
No se aprecia excesivamente bien porque, para qué nos vamos a engañar, llevaba horas pateando, no podÃa con los huevos asà que tampoco estaba para mucha foto artÃstica asà que saco la cámara, apunto, disparo y aire. Lo que se ve aquà es un agujero en el suelo escondido entre las rocas que sabe dios dónde va a acabar, si es que acaba en algún lado y no sale por el otro lado del mundo junto a los canguros australianos. Como vengas despistado jugando a ser cabra montés y pegues un patinazo, adiós muy buenas. O en invierno, que no se distinguirán debido a la nieve. Con razón de cuando en cuando desaparece gente en Picos de Europa y aún hay personas que siguen sin aparecer a dÃa de hoy como podéis leer en este artÃculo.
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