Paseando entre sequoias (I)

Leyendo una guía de Cantabria me enteré que al lado de Cabezón de la Sal había un bosque de sequoias, esos arbolitos tan grandes del parque de Yellowstone que salen en los dibujos animados del Oso Yogui. Las plantaron allá por 1940 en la época del tío Paco, en plan experimento y pensando usar para la industria maderera las especies que mejor convinieran. Por lo visto el tema maderero no fue adelante, los árboles quedaron allí y tranquilamente se fueron reproduciendo hasta los casi novecientos que hay hoy.

Tras una primera aproximación fallida por el tiempo, ya que donde vivo hacía sol pero donde las sequoias estaba cayendo una lluvia que no veas, a la segunda fue la vencida y disfrutamos de una mañana de sol y luz para pasear a gusto y sacar las fotos correspondientes en las mejores condiciones. Primera noticia, el bosque es monumento natural de Cantabria. Vaya, mira qué bien, no nos podemos llevar una a casa para plantarla en un tiesto, mala suerte, otra vez será.

El paraje es precioso. Tras aparcar y pasar una valla de madera, ésto es lo que se presenta a nuestros ojos, una entrada al bosque donde los árboles te envuelven. De día muy bonito, pero entrar aquí de noche tiene que dar un canguelo que no veas.

Por dentro no vimos un recorrido marcado pero hay caminitos y lo bonito es dejarse llevar, ir de un lado a otro disfrutando de lo frondoso del bosque y de la enormidad de los árboles.

En unos sitios hay menos densidad, en otros parece una verdadera invasión de troncos que tapan hasta las vistas. Prácticamente todo el interior de la zona arbolada está en sombra y a una temperatura notablemente más baja respecto a la que te encuentras en el aparcamiento.

No es raro, porque tanto árbol y tan frondoso lo tapa todo. Fijaros la vista desde un mirador fuera del bosque, la cantidad de hojas y la espesura, para entrar un rayo de sol tiene que ser con invitación y estar en la lista, o si no, no entra.

Cosa buena, si te cansas puedes aprovechar que han reutilizado un tronco para sentarte y descansar un rato a la sombra reponiendo fuerzas para seguir disfrutando del paseo. Dentro de unos días seguimos con la visita para centrarnos más en ver cómo son estos arbolitos.

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