Persiguiendo caracoles

En uno de estos paseos míos encontré una señora con una bolsa grandota rebuscando entre las hierbas de un campo. Nos saludamos, empezamos a charlar y le pregunté si buscaba setas. Pues no, buscaba caracoles, me fue poniendo al día y debe haber negocio por aquí con el tema porque ya es la tercera persona que veo recogiéndolos. Esta señora me fue contando que cogen todos menos los de concha blanca (que no valen) y los pequeños, porque mientras no se los vienen a recoger, los grandes se los comen. Mira tú lo que aprendemos hoy, los caracoles son caníbales.

Pues una recomendación: que se vaya al aeropuerto porque en los postes de las vallas que lo rodean hay un atasco tremendo. No parece muy listo el caracol, subir suben, pero luego lo de bajar parece que lo lleven peor.

¿Y en los postes de la luz? Suben pero a llegar a la esquina de cada hendidura del poste, allí se quedan. Debe ser la generación de caracoles ninis, una vez llegado arriba, ni suben, ni bajan.


Y por último un arriesgado de la vida, subiendo un muro totalmente al descubierto todo lo rápido que podía para darse el piro lo antes posible. Se salvó al encontrarme a mi en vez de a la señora con la que hablé, si no lo mas seguro es que acabase en una olla.

A todo esto, yo los probé una vez con una salsa colorada que parecía fabada si le quitas las alubias y estaban bien buenos los jodíos. A lo mejor tendría que aprender a hacer la salsita porque el resto de la materia prima lo tengo por aquí en cantidad.

4 comentarios Escribir un comentario

Deja una respuesta


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.Más información sobre las cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies