Reemprendemos el relato de las andanzas por Carmona tras una primera parte en la que mostraba parte del pueblo. Siempre digo lo mismo, la mejor manera de conocer los lugares es pateárselos a conciencia y para desgracia de mi parienta, que es más de escaparates, terrazas y vermuts, siempre acabamos camina que te camina, calle arriba, calle abajo, cruzando puentes, rÃos, callejones y zigzagueando sin piedad hasta que ella pide clemencia y me ofrece como zanahoria no comprar más de treinta vestidos al mes si me paro inmediatamente. Un servidor, como es un caballero, acepta inmediatamente (por la cuenta que me trae), pero por el camino han ido cayendo un montón de fotos aprovechables para el blog, como por ejemplo la iglesia y sus paredes en esa piedra tan tÃpica de aquÃ, medio beige, medio marrón, medio rojiza… huy, medio, medio y medio son tres medios que es uno y medio… vosotros me entendéis ¿no? Pues eso, que la iglesia tiene piedras de colores.
Y algo más que piedras tenÃa, allà han montado también un Telecentro para que la gente use internet y en el tejado han plantado una antena como ésta. No es que pegue mucho en un edificio histórico, pero mira, si la Iglesia empieza a modernizarse (que buena falta le hace) no seré yo quien ponga reparos por el aspecto de una antena.
Otro hallazgo, el monumento a la vaca tudanca colocado en lo alto del pueblo con unas buenas vistas a la carretera, al rÃo y al puente que lo cruza.
Aquà se puede ver a la vaca mirando con interés cómo un coche cruza el puente. Grande y oscuro, quizá lo confunda con un toro que viene a visitarla.
Vista de la vaca, pero por la parte delantera. Hay que ver los colores que salÃan en las dos fotos anteriores hechas con el sol detrás mÃa. En cambio hubo que tirar de retoque para hacer algo aprovechable de ésta porque tenÃa el sol casi de frente y si algo he aprendido es que una de dos, o sol de cara o fotos majas.
Otra curiosa escultura, una albarca gigante sobre un pedestal con placa incorporada.
¿Qué dice esa placa? Pone «Recuerdo a Amado» asà que busca que te busca y seguramente se refiera a Amado Gómez González, el último abarquero de Carmona.
Tras el recorrido por Carmona seguimos carretera para llegar a Puentenansa, la siguiente etapa del dÃa. Felices y contentos por la dosis de cultura etnográfica recibida entrábamos en el pueblo a lomos de nuestro cochecito, giramos a la izquierda en un cruce y un abuelete que se hallaba parado haciendo un stop decidió que no hay mejor momento para arrancar a toda mecha que cuando te pasa por delante un trasto de cuatro metros pintado discretamente de rojo chillón. Lo vi venir, pero ni tiempo tuve para reaccionar. La siguiente imagen fue ésta…
…y adiós coche por unos dÃas para reparar el pepinazo. Estas son las cosas de andar por el mundo adelante y uno de los motivos por los que años ha decidà no volver a usar trastos de dos ruedas, porque no sólo quiero intentar llegar a viejo sino además pretendo llegar entero.