Siempre que he ido a Castro Urdiales me encontré cerrados la iglesia y el castillo-faro que hay en la zona del puerto. Una pena porque desde allà debe haber unas vistas bien bonitas al estar al pie de un acantilado, cosa que para mi es como un imán.
Un dÃa poco antes de semana santa por allà deambulábamos cuando veo que en la parte de arriba del faro hay gente. ¡Leches! A ver si se puede visitar hoy. Allá vamos inmediatamente.
Si señor, tuvimos suerte, la puerta de la cual sólo conocÃa el exterior estaba abierta por fin y pudimos por fin entrar a ver esta maravilla. Se puede subir arriba bien por el ascensor exterior que se ve en la primera foto, bien por esta escalera situada en la parte de atrás. Con la alegrÃa del momento escogimos subir por las escaleras y bajar por el ascensor, la peor de las dos opciones porque lo más normal y descansado serÃa subir en ascensor y bajar escaleras. Uno, que es asà de lelo.
De todas formas las ganas de llegar arriba todo lo pueden y habiendo culminado con éxito los setecientos escalones del faro del Caballo esto era pan comido. La parte superior es una cosa… curiosa, una mezcla de antiguo y moderno, un faro de 1921 con un acristalamiento que todo lo refleja. A mi me gustaba aunque se hace algo extraño. Por cierto, la chica de verde a la derecha se estaba sacando «selfies» sentada en el borde de la muralla. Veinte centÃmetros mas allá estaba el vacÃo y una caÃda escasamente saludable. Yo con la cámara preparadita porque si se cae, mañana mismo presento su candidatura a los premios Darwin.
¿Cómo sé que el faro es de 1921? Muy sencillo. Fijaros en la parte trasera de la veleta. No sé si todos, pero la mayor parte de los faros que he visto tienen una veleta similar con el año de construcción en ella, aunque por el bien de la estética no todos tienen una antena de la tele colgando de un lateral.
Esto es lo que se ve al otro lado del acristalamiento. Faro, muralla y muchos reflejos. ¿Veis eso en la parte derecha del cristal?
Pues eso es el espigón del muelle. Como no podÃa ser de otra forma, haciendo buen tiempo habÃa un montón de gente paseando. Hala, ya he cumplido otro caprichito, ahora sólo me falta entrar en esa torre que se ve junto a los barquitos (la ermita de Santa Ana). Otra que todas las veces que he ido también estaba cerrada. Pero tranquilos, aquà se persevera hasta que algún dÃa esté abierta aunque sea por aburrimiento.
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