Madre mÃa, qué hartón de comida el sábado pasado. Del mediodÃa ya iba bien servido, a media tarde fuimos a un evento social de la parienta donde me harté a beber zumo de naranja natural (que también llena), comer cupcakes y chuminadas varias. De ahà directos al restaurante Piquio porque a cuenta de los de Oferplan me habÃa pillado una de sus ofertas consistente en varias raciones para dos personas. Es lo que tiene ser pobre, que ahora hay que adaptarse al low-cost y aprovechar estos apaños para darse un homenaje.
Pues bien, llegamos a Piquio, caña en la barra con una tapa de arroz. Hala, a seguir llenando el buche. Nos vamos al piso de arriba que es donde está el restaurante. Botella de lambrusco, ración de enchoas con pimientos del piquillo. No dejamos ni rastro y sopeteamos en el aceite de bueno que estaba. A continuación viene una tabla de paté con un montón de cuadraditos de pan tostado y tres rodajas de paté de unos diez centÃmetros de diámetro y un dedo de gordo. Ahà ya empezamos a patinar los dos y costaba seguir metiendo comida p’adentro. En ello estábamos cuando nos dejan una ración de rabas sobre la mesa. Casi ni habÃamos empezado con ella y nos ponen una sartencita con un revuelto de patatas, huevo, jamón y foie. Virgen santa, me rindo, esto es una prueba que me manda el señor a ver dónde llega mi gula.
Sintiéndolo mucho, hasta aquà llegamos porque el saco no da para más. Esto fue lo que quedó sobre la mesa, ni huequecito para postre ni café, lo siguiente fue irnos al paseo a dar una vuelta para ayudar a bajar todo lo engullido o si no ibamos a tener digestión durante las próximas doce horas como las serpientes. Todo esto por 19,95 euros, diez euros por persona que viene siendo un precio de risa para todo lo que te ponen. Qué bien hice en suscribirme a toda cuánta página de ofertas hay…
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