Ya he dicho cien veces que me encantan todos los bichos salvo mi suegra, sean voladores, reptadores, bÃpedos, cuadrúpedos o saltarines. Desde que estamos aquà cada vez que nos pegamos una excursión tengo que andar con los ojos aún más abiertos porque donde menos te lo esperas aparece alguno mereciendo ser retratado. Hoy sin ir más lejos, cerca de la estación de esquà de Alto Campoo me suelta la parienta «¡¡¡Mira, un buitre!!!». Freno, algo escéptico dirijo la mirada hacia donde ella me indicaba y la leche, un bicho volador parado tranquilamente sobre unas rocas, grande como un pavo, cuello largo y esa figura inconfundible, pedazo buitre…
Salà con mi equipo fotográfico de todo a cien y le saqué unos cuántos retratos antes de que echara a volar tranquilamente, lástima del dÃa con niebla, lluvia fina y cielo absolutamente blanco. Un ratito más tarde bajando de nuevo hacia Reinosa, a unos diez metros de la carretera estaban éste y otros dos más. Aunque frené para repetir la jugada anterior, los tres buitres habÃan venido para hablar de su libro, no para ser fotografiados, y se largaron dejándome sólo la posibilidad de retratarlos de uno en uno conforme se alejaban con todo ese verde al fondo.
Llegados a Bárcena Mayor comenzamos una ruta por un bosquecillo al lado del rÃo y algo se mueve en un árbol. ¿Qué era? Una ardilla dando saltos alegremente, tan alegremente que a poco más me quedo sin poderla fotografiar porque entre la oscuridad del bosque y tanto salto, la cámara no sabÃa dónde enfocar. Finalmente uno de los intentos fue válido y aquà tenéis al animalico.
Lo dicho, como un enano me lo estoy pasando con esto de los bichos. Es más, tengo en mente un asunto para retratarlos mucho más cerca del que espero poder comentar alguna novedad en breve pero va a ser la bomba, palabrita.
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