San Román de Moroso (II)

Una vez hecho el camino que lleva desde Bostronizo a la Ermita de San Román de Moroso vamos a ver detallitos varios del lugar. Aquí dejaba la primera parte del relato, justo a la entrada del recinto de la Ermita.
Ermita de San Román de Moroso
Como ermita, grande, lo que es grande, no es. Unos diez o doce metros de ancho por cinco de ancho. Por delante una puerta con un arco de herradura y por detrás ninguna abertura por la que contemplar el interior. Parece haber tres ventanitas de dimensiones mínimas pero a una altura que hace imposible acceder a ellas sin escalera.
Trasera de la ermita de San Román de Moroso
Por este lado tres cuartos de lo mismo, un agujerito de una cuarta de ancho a la derecha, a media altura, y nada más. Poco gastaron en ventanas, ya os lo digo yo.
Lateral de la ermita de San Román de Moroso
Tiene campanario doble… pero ninguna campana. Un poco más abajo hay una abertura en la pared por la que se podría ver el interior si no estuviera tapada y bloqueada desde dentro con una tabla.
Campanario de la ermita de San Román de Moroso
Pocos detalles y pocos ornamentos tiene la ermita. Cero canecillos pude contar. Gracias a la wikipedia he podido aprender una palabra nueva: modillón. Se trata de esas partes de cornisa que hacen de adorno. Pues aquí hay varios modillones, con cuatro dibujos en cada uno que pueden ser estrellas de seis puntas o esvásticas curvas, distribuidos al tuntún.
Detalle de las cornisas
Evidentemente, lo más llamativo es el arco de herradura en la puerta de entrada. Delante también reposan los restos de un sarcófago.
Puerta de la ermita de San Román de Moroso
Aquí se puede ver mejor, en medio de uno de esos sol y sombras que tanto odio porque te obligan a pasar la foto bien pasada por el photoshop o no hay quien distinga nada en la zona oscura.
Sarcófago junto a la puerta
Contra un árbol estaba apoyado lo que parece ser un trozo de otro sarcófago. O eso, o un asiento de piedra. O un bebedero de ovejas. O un cenicero de gigantes. O una churrasquera para los domingueros. Quien sabe qué será.
Piedra de sarcófago junto al árbol
Mucho me llamó la atención ver en el cercado alrededor de la ermita gran abundancia de alambre con unos pinchos que le quitan a cualquiera las ganas de echarle mano. Evidentemente como uno es ligeramente cafrecillo y está vacunado contra el tétanos, le eché mano con cuidadito a ver si pinchaba y os puedo garantizar que sí, pincha, así que procurad no tropezar con él. No sé para qué lo pondrán, si total se puede pasar por la puerta del recinto perfectamente. ¿Será por los animales sueltos?
Alambre de concertinas
Pues ya véis, esto es todo lo que había en la ermita. Me hubiera gustado ver el interior, pero ya se sabe que gracias a los robos de patrimonio nos podemos ir olvidando del tema salvo en fechas especiales. Lo mejor de todo sin embargo fue poder sentarse allí al lado, en pleno bosque, escuchando el viento entre los árboles, los pájaros cantar y el río corriendo un poco más abajo. Una hora de relax, de disfrutar la tranquilidad… y de irse haciendo a la idea que nos quedaban tres kilómetros y media de subida al sol por una pista de monte para llegar hasta donde habíamos dejado el coche.

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