Cuando me voy de ruta montañera, cualquiera que me vea pensará que soy medio lelo. Algo asà como un primo de Forrest Gump metido a senderista, casi siempre con la mirada hacia las cumbres y una sonrisa en la boca. No es para menos, empiezo a ver piedras, empiezo a encontrar parecidos y me acabo riendo yo solo. Conforme subÃa camino de la Cabaña Verónica vi hasta un mandril, pero no fue lo único. Aquà una cima con dos figuras que parecen dos montañeros sentados en el suelo contemplando el panorama.
Una aguja de piedra, no sé si era la Aguja de la Canalona o es otra.
¿No parece que tenga encima la famosa sirenita de Copenhague? El caso es que una vez la has visto luego no te la quitas de la cabeza.
¿Y esa piedra grandota de la derecha?
No parece un boliviano caminando con gesto serio y el chullo (ese gorro con orejeras tÃpico de la región) puesto en la cabeza? ¿No le distinguÃs perfectamente la nariz, los ojos y la boca…?
¿Y todas estas rocas que parecen dientes?
Pues no son dientes, son almas en pena cubiertas por una túnica que salen de procesión uno tras otro hasta lo alto del monte.
¿Entendéis porqué me voy riendo solo? Porque anda que me viene cada parecido a la cabeza que pa qué…