Tocándo el órgano

Crea o no crea, siempre que voy a algún sitio donde tienen iglesia entro y echo una ojeada, muchas veces suelen tener cosas de interés como los barcos colgantes, algún cuadro, cúpulas u otros elementos. Silencioso y sigiloso, el Juanito retratador se agazapa entre las columnas y se desliza a la espera de una víctima que inmortalizar.

Quizá por ello cuando entré en la iglesia de Potes y vi una persona tocando el órgano pude sacarle fotos tranquilamente sin que siquiera advirtiese mi presencia. A lo mejor también tuvo algo que ver el elevado volumen sonoro del instrumento musical, pero bueno, no dejan de ser meras conjeturas.

Fijaros qué curiosa la forma del órgano. Acostumbrado a aquellos cuyos tubos colgaban de las paredes como en las catedrales de Tuy o Santiago, ver uno tan cuadradote y minimalista me dejó bastante asombrado. Además entre lo bien que tocaba la mujer que estaba sentada a las teclas y ese sonido tan especial que lo llena todo, me quedé un ratito disfrutando de la música. Tampoco mucho que nos esperaba un cocido lebaniego y no era plan comerlo frío.

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