Hace una semanita me pasé por la playa de Somo a ver cómo evolucionaban los destrozos en las terrazas de los chalets causados por el temporal. PodrÃa decirse, en esa neolengua que tanto le gusta a nuestros polÃticos, que la solución a los rotos que el mar fue dejando se halla en un proceso de stand-by avanzado o también en vÃas muertas de solución. En palabras de la calle: nada de nada. En palabras de Julio Iglesias: la vida sigue igual.
Donde antes habÃa terrazas, ahora hay escombros. Donde antes habÃa piscinitas infantiles, ahora quedan los restos de una piscina como si le hubiera pasado por encima una excavadora.
Las dunas muestran los efectos del mar y ahà sà que se nota que falta un metro o algo más de altura porque en el perfil se ven incluso capas con tierra y piedras que normalmente estarÃan bastante por debajo.
La curiosidad del dÃa. En uno de los accesos a la playa están volviendo a montar un muro. Claro que el muro tenÃa una pintada azul y ahora hay piedras teñidas de ese color dispersas a lo largo de la pared. Se ve que no da el presupuesto para contratar a un levantador de muros especializado en puzzles.
Por último, recordar que Somo es una especie de lengua de tierra con playa a ambos lados y una duna separándolas. En varios puntos habÃa un caminito que unÃa ambas playas a través de la duna. Pues en uno de esos puntos, la fuerza del mar ha transformado el caminito en una verdadera autopista. Este paso antes medÃa un par de metros de ancho y ahora fijaros allá al fondo, en el centro de la foto. Esos dos micropuntitos son dos personas, haceros a la idea de las dimensiones del paso actual y preguntaros dónde se habrán ido esas toneladas de arena.