Ya puestos, el dÃa que retraté la rotonda de Chanquete aproveché para irme unos metros más allá en dirección a Revilla (qué buenos chorizos, por cierto) de Camargo para echarle una ojeada a un parque donde un dÃa de refilón mientras conducÃa pude ver un par de cosillas que podÃan tener su interés. Y es cierto, lo tienen. Lo primero es una obra de arte solitaria entre la hierba.
Fijaros qué laboriosidad, qué trabajado, qué estética, qué curvas, qué todo. Si es que no tiene nada que envidiar al David de Miguel Angel.
Unas letras en la parte superior del paralelepÃpedo de granito bautizan la obra. UtopÃa, se llama.
Y un cartelito en el suelo nos lo repite, junto con el autor y el «paganini» del asunto. Doce años y pico lleva esto aquÃ. Una de las ventajas de hacerla en piedra es que no hay quien se la lleve, si la llegan a hacer en cobre como pasó con la Bailarina de Oviedo no hubiese durado instalada ni dos telediarios.
Por supuesto nunca falta el ser mononeuronal que cree saber cómo mejorarla haciendo una pintada en uno de los laterales. Lástima no lo pillasen y se la hicieran limpiar con la lengua, como se decÃa cuando yo era pequeño.
Cerquita tenemos otro elemento que no sabrÃa distinguir si es otro componente escultórico o un bebedero de vacas reconvertido en estanque minimalista. No hay placa, no hay cartel, supondremos entonces que es lo segundo en previsión de que alguien saque de paseo la vaca tudanca por el parque.