A Bulnes por la canal del Tejo (I)

Hoy empieza una glosa epopéyica en forma de serie de entradas noveladas sobre la ruta que me hice el Jueves Santo, día de penitencia y nunca mejor dicho. Dado que la previsión era de buen tiempo y apetecía montaña aproveché para subir a Bulnes por la Canal del Tejo. Si recordáis ésta entrada, la canal del Tejo es esa cortadura entre las montañas del primer plano. La ruta discurre por las laderas y oficialmente (según los indicadores) se hace en una hora y cuarto. Yo debo estar hecho una piltrafa humana porque tardé dos horas y media. Bien es cierto que parando unas cuántas veces para sacar fotos, pero salvo yendo en moto no veo forma de hacerlo en el tiempo indicado.

Quizá alguno me diga que semana santa no es el mejor día para hacer una travesía cuyo comienzo coincide con la archifamosa ruta del Cares. Es cierto, el punto de inicio parecía una romería pero la fecha fue elegida aposta. Como voy yo solito prefiero compartir montaña con otros seres humanos antes que arriesgarme a torcer un tobillo y no tener más compañía que la de las cabras riéndose de mi.

Tan sólo un problema con el que no contaba. Llegando a Poncebos un par de jovencitos con chalecos anaranjados nos iban diciendo conductor tras conductor que más adelante encontraríamos problemas de aparcamiento, mejor usar el parking situado a dos kilómetros del pueblo e ir andando. Así lo hice. Otros dos kilómetros al zurrón de la ida, dos más a la vuelta, todo por la orillita de la carretera porque acera no había y arcén tampoco. Llegado a Poncebos descubro que aunque sí había mucho coche aparcado, también quedaban algunos sitios libres. Esto me pasa por hacerle caso al resto de la humanidad, cachis la mar.
Caminando hacia Poncebos
De todas formas no me importó caminar esos dos kilómetros a la ida porque pude ver cosas que yendo en coche no ves o no te puedes parar a fotografiar. El río, por ejemplo, con un caudal abundante de agua limpia, ese tono verdoso tan típico de los ríos de montaña.
El río en Poncebos
O las compuertas abiertas de una presa un poquito antes de Poncebos, con sus escaleras curvas correspondientes para que los salmones remonten el río. Aclarar que tras horas y horas de caminata, a la vuelta no podía ni con los huevos así que no vi río, no vi carretera, no vi nada de nada.
Presa en Poncebos
La llegada a Poncebos tan bonita como siempre. La montaña con sus nubes, el río, una casa en lo alto del monte, la central eléctrica y si os fijáis bien, un montón de cables eléctricos en diagonal para chafar la perfección del paisaje. Aunque la mañana amaneció nublada, poco a poco las nubes se iban retirando para dejar sitio a un sol espléndido. ¿Y mi sombrero? Anda… si me lo he dejado en casa… Horas y horas de caminata bajo el sol con la piel blanquita recién salida del invierno. La cosa promete.
Central eléctrica de Poncebos
Otra postalita hecha desde el puente que hay al lado de la entrada para el Funicular de Bulnes (ese que cobra casi 22 euros por un viaje de tres minutos). Montaña, cielo, río, una casa en lo alto, hasta me recordaba los paisajes que vi en los Alpes el verano pasado.
Casa en lo alto en Poncebos
Realmente esta zona poco tiene que envidiarles. Echar a andar por caminos a la orilla del río y contemplar este panorama a cada paso que das es una gozada.
El río desde Poncebos
En la foto anterior notaréis que a la derecha se ven unos cuántos coches. Unos cuántos no, unos muchos. Salvo los cuatro panolis que le hicimos caso a los avisadores de tráfico, el resto del personal aparcó en este caminito. Arcén tampoco hay, de modo que uno de los dos carriles lo ocupan todos los vehículos aparcados, el otro carril queda para circular y si se encuentran uno que llega con otro que se va… dios dirá.
Cienes y cienes de coches aparcados
Por cierto, aquí pude aclarar una duda que tenía desde hacía años. Pasé justo al lado de un puentecillo que me sonaba… ¿dónde lo habré visto antes? Foto al canto y más tarde caí en la cuenta. Anda, mira tú, si es el puente que había retratado hace ya veinte años y publicado en mi otro blog como desconocido. Notificarle a Pañeda que efectivamente, tenía toda la razón en su comentario.
Puente en el inicio de la ruta del Cares
Finalizamos aquí el primer capítulo, en breve tocará relato de la subida a Bulnes. Qué hartón de monte arriba, qué sudada y qué colección de agujetas me gané.

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