Arredondo, once de la mañana, la vida sigue igual que siempre salvo por uno con poco pelo y una cámara que anda mosconeando a la busca de algo que retratar. El dueño de la tienda del pueblo, ante las perspectivas de floja clientela a esas horas de la mañana, opta por lo más inteligente que es asolearse a la puerta del local, con ese solete de invierno que poco calienta pero tanto se agradece.
Sol, paz, tranquilidad, vivamos el momento que ya tendrá tiempo el telediario de jorobarnos el dÃa. Moraleja: toma el sol y no veas el telediario. Vivirás más feliz.