Tantas veces va uno a la playa a hacer kilómetros con los perros, para cansarlos y que por la tarde se queden tranquilitos, que si no encuentro lenguados o cangrejos, es porque aparece algún calamar en la arena.
Este era de un tamañito más que respetable, nada que ver con los que ponen en los platos de chipirones. Yo calzo un 43, asà que ir comparando.
La última vez que pasé por la playa del Puntal, mi perro echó a correr y se largó a medio kilómetro de distancia. La una es de lo más pachorrento, viene con nosotros y el resto del mundo le preocupa poco. El otro en cambio tiene sangre de perro de caza y en cuanto huele algo allá se va siguiendo el rastro. ¿Qué habÃa olido? El fiambre de un tiburón.
Metro y medio medÃa el bicho éste, asà que en verano además del famoso barco hundido estaré ojo avizor por si veo alguna aleta sobresaliendo. Supongo que era un tiburón por la pinta y por los piños, que menudos dientecitos tenÃa el angelito, aunque a lo mejor era de una especie parecida que se alimenta exclusivamente de sopitas de ajo. Sea como sea, la mano en la boca no se la meto ni después de muerto.