Señoras y señores santanderinos, si no son ustedes dados a viajar les recomiendo que vayan haciéndole una revisión al coche, cambien el chip y hagan unos kilómetros viendo paisajes, ciudades y otros paÃses que les garantizo que no viene nada mal, alegra el espÃritu, abre la mente y les garantizo de veras que algunos lo van necesitando.
Servidor siempre ha sido muy de los de «vamos por ahà a ver qué aparece», no en vano el subtÃtulo de mi anterior blog era «Sin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.». Vamos a recorrer kilómetros, ir donde la carretera nos lleve y dejarnos asombrar por todo aquello que nos depare el camino, aunque no sea de «buena familia de toda la vida» como tanto se lleva en Santander.
Asà puede pasar que vayas por una carretera bordeando la costa francesa y de pronto aparece la playa, con sus diques y su fuerte al fondo.
Se trata del fuerte de Socoa, construido en 1636, arrasado con posterioridad y reconstruido más tarde. Está en la parte izquierda de los diques que protegen la bahÃa de San Juan de Luz contra la furia del mar.
Este es el Dique de l’ Artha, el dique central. Los ordenó construir Napoleón III hace más de siglo y medio, aburrido de que el mar causara estragos en la ciudad. Y es que el cantábrico a veces tiene muy mala leche por estos lares.
Si hay suerte incluso podemos ver un transatlántico aparcado al resguardo de los diques, con el pasaje siendo transportado hasta San Juan de Luz para disfrutar de sus calles, sus restaurantes y sus playas. Yo, como soy pobre, disfruto de lo mismo salvo que el papeo suele venir conmigo, lo cual tiene sus desventajas porque el menú no incluye sargo al horno, rodaballo, chuletón de buey ni se bebe un gran reserva, pero los que van a restaurantes tampoco pueden escoger una mesa en lo alto de una punta donde lo impresionante de las vistas te puede causar un esguince de córnea, ni en una roca junto al mar, ni en un prado al borde de un acantilado ni lugares por el estilo. Esta vida siempre es igual, en unas cosas se gana, en otras se pierde.
P.D. Si me toca la primitiva mando a freir churros puntas, prados, rocas y demás. Viva el sargo al horno, los gran reservas y la madre que los parió.