DecÃa en otra entrada que llegado septiembre me habÃa entrado un arrebato museÃstico, fui a ver el MAS otra vez, una exposición en el Palacete del Embarcadero, otra en el Casyc, pasé por el Museo de la Catedral y como aún no lo habÃa visitado nunca, también por el Museo del Ferrocarril. Un lugar que seguramente desconozca la inmensa mayorÃa de santanderinos y no me extraña, porque bien escondido está.
Para llegar hay que entrar al parking de la Renfe e ir andando hasta el final. Aparecen unos almacenes de Correos y ahà seguimos caminando por un tramo recién asfaltado en dirección a la nueva pasarela que une Marqués de la Hermida con la calle Alta.
Menuda cantidad de hormigón metieron en esa pasarela y pedazo ascensores tiene. Otro de los sitios que tengo apuntado en la lista de visitas pendientes y ahà sigue desde hace meses.
Conste que deberÃa ir porque además han hecho un mural enorme allà al lado, en la parte trasera de unos garajes, y ya sabéis que es otra de esas cosas que siempre fotografÃo en cuanto tengo ocasión.
Total, que seguimos caminando hasta llegar al final del tramo asfaltado y aparecen unas vÃas. Ahà vemos un cartel que nos indica en qué dirección seguir.
En ese momento estamos justo detrás del edificio de la PolicÃa Local. Por una ventana se divisa la sala de pantallas, supongo que será el lugar donde se reciben las imágenes de todas las cámaras distribuidas por la ciudad.
A mano izquierda una caseta medio en ruinas con un barril a la entrada del que nace una tomatera bien hermosa. Aún estaban verdes los tomates, pero el que lo ha plantado dentro de poco se podrá hacer unas ensaladas de pelÃcula, nada que ver los tomates de verdad con los insÃpidos que venden en muchos supermercados.
Cartelito, giro a la izquierda y seguimos otros cien metros antes de llegar a la puerta del museo que viene siendo esto de aquÃ, un almacén enorme dentro del terreno de la estación reconvertido en el Museo del Ferrocarril. Ahora que lo pienso, el ayuntamiento andaba dándole vueltas al tema de retirar de aquà las vÃas y poner en su lugar un par de rascacielos y un parque. Veremos que sucede con este museo si ese plan se lleva adelante.
Las visitas empiezan a las siete y media de la tarde, dos minutines después llegamos nosotros y la visita ya habÃa comenzado, una puntualidad que ya quisieran muchos de los trenes que pasan por aquà al lado.
Las primeras explicaciones son sobre un montón de objetos colocados en la pared, máquinas de tren antiguas, mapas de las primeras lÃneas férreas, fotos de estaciones del tren que ya no están, la historia del ferrocarril en Cantabria, etc.
Hay un montón de objetos distrubuidos por allÃ, objetos variados que van desde uniformes, paneles informativos, billetes antiguos, máquinas de cobrar, un montonazo de cosas que ver y que te van a explicando detalladamente. Como curiosidad, nada de esto es oficial o gubernamental, todo está gestionado por la ACAF, la Asociación Cántabra de Amigos del Ferrocarril, que vive de lo que puede conseguir en forma de ayudas asà que si véis esa hucha abajo a la derecha que dice «Donativo voluntario» rascaros un poquito el bolsillo, que aquà hay mucho trabajo, mucha afición y mucho esfuerzo para que todo esto pueda visitarse gratuitamente.
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