Cuando uno se plantea un proyecto, una idea, un plan o un reto, es bueno contemplar una revisión del asunto cada cierto tiempo y si no se van consiguiendo los objetivos previstos, tener claras las situaciones bajo las cuales es mejor abandonar que persistir por el camino incorrecto. Por poner un ejemplo muy de moda hoy en dÃa, si ves que la pintura no es lo tuyo, mejor parar que pintar un PaquirrÃn vestido de Santo.
Con respecto a mi plan de rescatar robles desvalidos crecidos al borde de la carretera, la idea no era mala, rescaté y replanté cuatro (Fulano, Mengano, Pili y Mili). Unos dÃas después de rescatar el cuarto pasó la desbrozadora del ayuntamiento por la carretera donde los recogÃa y no dejó más que los restos pelados de sus hermanitos. Sin embargo, a pesar de haberlos replantado con todo el cariño del mundo en tierra de la buena, regarlos lo necesario, tenerlos a medio sol y tratarlos con la mayor educación que pude, poco a poco se fueron secando los cuatro y fijaros qué me queda ahora. Es raro porque en la otra casa plantábamos y replantábamos cosas sin mayor problema pero se ve que el roble está muy apegado a su tierra y a sus amigos, no haciéndole gracia los traslados.
Por ello, y a fin de no causar más sufrimiento entre la población roblera cántabra, me veo en la penosa obligación de suspender la idea de replantar una docena de robles huerfanitos en tanto en cuanto no esté mayormente instruido en las artes del trasplante o bien encuentre un proyecto equivalente con más visos de éxito. Es duro, pero viendo los resultados obtenidos creo que resulta la mejor opción con diferencia, sobre todo para los robles del camino, que me ven pasar y ya he notado cómo se esconden detrás de lo primero que encuentran.
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