Por los puertos de Aliva (III)

Continuamos lo que dejamos aquí, en la segunda entrada de la caminata que nos pegamos de Fuente De a Espinama. Pasamos por el Chalet del Rey, por el Refugio de Aliva, por la bajada que lleva a la Ermita de Aliva y ahora estábamos a punto de enfilar ese camino entre los dos montes (el que baja, no el que sube hacia la izquierda) que es la parte final hasta Espinama.
Bajada hacia Espinama
Como decía en la entrada anterior, este tramo se caracteríza por montaña, caseta, prado y vacas (o caballos) una y otra vez, aunque no por repetido deja de ser un panorama espectacular.
Montaña, vacas y cabaña
¡Milagro! ¡Una fuente! La primera que veo en Picos, porque yendo a la Cabaña Verónica no hay ninguna ni nada que se le parezca y en todo el tramo desde el mirador del Cable a la Ermita de Aliva tampoco.
Fuente en el prado
Claro que normalmente no bebería aquí ni de broma, una porque fijaros cómo está el agua llena de algas y otra porque nunca sabes qué bicho se habrá entretenido lamiendo el caño del agua. Aunque según dijeron el otro día en un reportaje de la tele sobre los microbios estas cosas inmunizan, así que no sé si mejor beber y arriesgarse a una cagalera en altura o abstenerme y no inmunizarme.
Algas en la fuente
Tras la fuente se podía distinguir un monolito cuadrado. Al acercarme veo que es un monumento con una cruz en memoria de alguien.
Monumento a Celestino Calvo Briz
Y el homenajeado es Celestino Calvo Briz. Tras la búsqueda correspondiente en San Google me enteré que murió allí en 1945, víctima de un alud cuando iba con otros cinco a socorrer a unos montañeros alemanes atrapados en el Refugio de Aliva.
Placa en el monumento a Celestino Calvo
Finalmente se sale del parque nacional de Picos de Europa por las «Portillas del Boquejón», una especie de frontera con dos columnas, valla y paso canadiense para evitar la fuga del ganado. Arriba a la izquierda (fuera de la imagen) un montón de buitres poblaban las cimas de los montes, quien sabe si a la espera de algún excursionista que se tumbe despreocupadamente a dormir la siesta. Si ya atacan ganado vivo, ¿qué mejor que un montañero calentito y en su punto?
Portillas del Boquejón
Pasadas las portillas tenemos dos opciones, una es seguir hacia la izquierda, todo en bajada por un camino de tierra ancho y sin dificultades hacia Espinama, cruzando esa agrupación de cabañas abandonadas.
Pueblo medio abandonado en la montaña
La otra opción es ir hacia la derecha por esta senda que empieza aquí para adentrarse entre bosques y lleva directamente a Fuente De. Primera opción: 45 minutos. Esta segunda: 1 hora y 45 minutos.
Desviación hacia Fuente De
Nosotros optamos por la primera, por abreviar y sobre todo porque la senda continúa por la ladera de este monte (es ese zigzag estrecho de tierra) antes de meterse por el bosque de la izquierda. La parienta ya iba bastante cansada y un camino de tierra resbaladizo y estrecho serpenteando por la ladera no parecia la mejor solución salvo para quien quiera enviudar anticipadamente.
Zigzag en la montaña hacia Fuente De
Seguimos caminando, seguimos bajando, pasamos delante de las cabañas abandonadas (o por lo menos eso creo) y aunque no hay más fotos, las aventuras continuaron. Todo el camino es en bajada, ¡pero qué bajada! Acabamos los dos con los muslos hechos una piltrafa de tanto retener para no embalarnos cuesta abajo. Los tres últimos fueron los peores kilómetros de la ruta y los que nos agotaron las piernas. Por estas cosas es por lo que en entradas anteriores decía que íbamos en modo ahorro de energía, siempre es mejor no agotarse al principio de la ruta y reservar algunas fuerzas por si te encuentras algo como esto.
Casas abandonadas junto al camino
Llegados a Espinama la parienta se quedó sentadita en un chiringo disfrutando ricamente de un helado y una cocacola mientras que a un servidor le tocaba la dura tarea de caminar otros tres kilómetros y medio por el arcén hasta llegar a Fuente De, que es donde habíamos dejado el coche. Pregunté en el bar si había autobús o algo similar, me dijeron que nada de nada, pues hala, a caminar otra media hora al sol por si no había tenido suficiente con lo de todo el día. Si es que yo vengo al monte a sufrir, está visto…

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