Aprovechando que llega el otoño y en las playas estaremos sólo los cuatro pelagatos mal contados de siempre, las autoridades pertinentes podrÃan estirarse un poco y aprovechar la coyuntura para retirar los restos de los pecios más evidentes que hay en la playa de Somo aunque sólo sea por cuestiones de seguridad. Aquà mi querido Elin Christine, el del susto, ese alrededor del cual se forma una corriente que te atrapa y no te deja salir
Ese mismo que si se te ocurre tocarlo corta como una cuchilla. Ese que no pinta nada en la playa salvo crear peligro.
Claro que si hablamos de cortar o de bordes afilados, el que se lleva la palma es el «Gaby». Docenas de esquinas afiladas como navajas esperando un pie que se pose sobre ellas.
Suerte tiene el que se corte aquà si sólo coge el tétanos, que lo pilla seguro, porque esas esquinas herrumbrosas tienen pinta de ser un criadero de microbios guerrilleros variados.
Lo mejor de todo es que los restos de este barco no parecen muy difÃciles de retirar. Cuando baja la marea quedan al descubierto y tampoco es que sean tan grandes. Una pala excavadora para quitar arena o levantar trozos, un currito con soplete cortador y un camión para cargarlos, qué poca cosa se necesita para dejar la playa impoluta y mucho más segura.
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