Sorpresa en Burgos (I)

Aprovechando la visita de unos familiares de la parienta que viven en Miranda de Ebro, el último día de su estancia viendo que por la zona cántabra el día se presentaba mustio y lluvioso nos propusieron hacer una escapadita hacia el sur y ver el norte de la provincia de Burgos, en la casi completa seguridad de que allí haría mejor tiempo. Accedimos y fue un completo acierto porque tras una niebla espesa en el el Puerto del Escudo, en la bajada iba despejando rápidamente hasta quedar un sol radiante.

De Burgos me hacía a la idea que veríamos unos pastizales amarillentos, unas extensiones de campo enormes y resecas, algún pueblo antiguo y poco más. ¡Ja! ¡Y una porra! Alucinado me quedé, ya estoy buscando más información porque a esa zona hay que volver sí o sí. Paramos a comer en un restaurante de carretera cerca de nuestro primer destino. De menú, primero alubias blancas que estaban de morirse y además me trajeron una sopera enorme llenita. Sólo con eso ya hubiera comido. De segundo huevos con picadillo (el relleno del chorizo) impresionantes de buenos, vino con gaseosa (conducía yo, no se puede cargar mucho la burra que luego pasa lo que pasa), postre y café. El resto del personal comió por el estilo. Diez euros por barba, casi me daba la risa a la hora de pagar. Porque me pilla un poco a desmano, que sino me iba a comer allí todos los días.

Cuatro y media, visita a la cueva-ermita de San Bernabé, también conocida como de Ojo Guareña. Se entra por aquí. En principio nada especial. Sobre todo que no se note que es la típica foto de relleno.

Momento escatológico y primera sorpresa, cagadero campestre a mano derecha. Cada día alucino más. ¿Pero a quien se le puede ocurrir plantar un pino tranquilamente justo al lado del camino? Y es más, aquello parecía el WC comunitario por la cantidad de papeles y deposiciones que se podían ver.

Y de pronto… el sorpresón. Una iglesia dividida en tres trozos, todos ellos embutidos en la piedra de la montaña. Increíble.

Vamos a la taquilla, porque todo aquello que la gente quiere ver ya es de pago, y tras aforar no recuerdo si tres euritos y medio o cinco euritos por barba veo que no permiten fotos. Cagondiez, allá me fui al taquillero a preguntarle si eso era para luego aprovecharse vendiéndonos postales. Me contestó que en principio dejaban hacerlas pero sin flash, y como la gente no sabía respetar esa norma y seguían dale que te pego los flashazos (algo muy típico de los seres domingueros que van con cámaras compactas) tuvieron que prohibir las fotografías totalmente para preservar las pinturas de la iglesia. No sé, no sé, me lo podría creer pero como tampoco permiten videos que no usan flash me da que pensar. También te piden apagar totalmente el móvil como si a) en el culo del mundo tuvieras cobertura y b) en el culo del mundo y bajo tierra tuvieras cobertura.

Bien, empezamos la visita. Esto en su día fue el salón de plenos del ayuntamiento. En una oquedad junto a la ermita, una mesa de piedra se usaba para las reuniones. Si os fijáis, a la izquierda un cartel dice «Sala de ayuntamiento». A continuación por la puerta de la izquierda se entraba a la cueva donde ya no se pueden sacar fotos. Un video de unos doce minutos para mostrar cómo era aquello, que la cueva fue creada por el río y que tiene más de cien kilómetros en seis pisos de túneles. Caminata bajo tierra para ver galerías, pozos, restos de donde pasaba el río y una sola filtración de agua en toda la cueva con una estalactita de una cuarta de largo. Desemboca el recorrido en la ermita-cueva, una pequeña iglesia con unas pinturas increíbles en el techo que me quedé con las ganas de retratar pero hubo quien sí pudo hacerlo anteriormente.

Nos pegamos luego un paseo por la parte superior del monte donde está la ermita para disfrutar de las vistas, fijaros cómo quedaba encajonada en una curva de la montaña.

Y fijaros también que alucine de montes, parece como si se hubieran fracturado y parte hubiera caído de golpe. Ganas no me faltaban de ir a la punta de todo a pegar saltitos, pero tras el incidente marítimo del otro día casi mejor non meneallo, que la jefa está un poco sensible con lo de arriesgar la vida tontamente. Si como digo yo, me caigo y me mato, ¿cuál es el problema? ¿Qué me quedo sin saber quien gana Eurovisión el año que viene? Da igual, tampoco lo pensaba ver…

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