Hoy vamos con otra de esas aventuras aventureras de montaña a las que uno tan dado es. Teniendo un dÃa sin nada especial que hacer (más o menos como los tres últimos años) encaminé mis pasos en dirección del puerto de Lunada para culminarlo a lomos de mi Renault Clio Gran Reserva (más de veinte años) y aparqué justo al lado del monolito que indica la separación entre Cantabria y Burgos. Una recomendación: si váis a pasar por aquà procurad no llegar en la reserva porque gasolineras no hay ninguna en los alrededores.
Como uno es como es, al salir de casa ya iba bastante bajito de combustible, aquà arriba estaba al borde de la reserva y tocó bajar todo el puerto (más bien hacer cuarenta kilómetros) en marchas largas sin tocar el acelerador ni por recomendación. Quedarme sin gasolina en medio de un puerto de montaña no es de las cosas que más ilusión me hacen.
Volvemos a la faena. Aparco al lado del poste, que señala pero no señala porque se han cargado las placas que indican los nombres de las provincias, nada que ver en aspectos de conservación con el poste de Estacas de Trueba.
Aquà me vine con idea de subir al Pico de la Miel y desde allà ver Castro Valnera, una montaña a la que le tengo echado el ojo y que tarde o temprano subiré. Claro que si llegas al puerto de Lunada y no sabes por donde va la ruta la cosa se complica. En realidad no sabÃa por donde iba, ni cual es el Pico de la Miel ni por donde empezar, asà que ojeada alrededor y por aquà hay huellas de subida. Vamos a tirar para arriba y si eso ya daré marcha atrás.
Subido el primer tramo ¿qué aparece? Otra subida más. Qué raro… hala, pasito a pasito vamos haciendo caminito.
Subido el segundo tramo ¿qué aparece? Más y más subidas. No sé porque aún me asombro, si en realidad el montañismo campestre es esto, cansarse gratis subiendo una vez, y otra, y otra… A ver, digo yo que calculando el sur por la posición del sol, entre eso y proyectar la orientación de las carreteras sobre mi mapa de todo a cien impreso desde sabe dios qué página de internet (conociéndome cualquier dÃa imprimo un mapa de los Cárpatos y luego me extraño cuando no me coincidan las montañas), eso alto debe ser Castro Valnera y el montÃculo de delante el Pico de la Miel. Hay quien todo este proceso lo hace con un GPS, pero mira, pierden el sabor de lo entrañable, el regusto de lo casero, ese cosquilleo en el estómago que te invade mientras te preguntas «Huy… ¿pero donde coño estoy?».
Qué bien, qué facilito, me voy hasta el Pico, desde allà le saco unas cuantas fotos a Castro Valnera y ya lo subiré otro dÃa. Pasito a pasito, alegre cual ovejita de Carmen Sevilla triscando voy por lo alto de los montes.
Estoooo… quieto parao que fijándome en el mapa no me coinciden los picos que veo con los montes que hay en el mapa. ¡Ay la leche! ¡Si eso no es Castro Valnera, es el Pico de la Miel! Pues yo ahà no subo que ya me llegaron con las aventuras por Monte Candina.
Pero claro. El diablo es sabio y llena tu camino de trampas. Y esto es lo que puso delante de mis narices. Unas piedras indicadoras de «por aquà se va», un caminito marcado en la ladera… bueeeeeno, subo, pero sólo un poquito que luego pasa lo que pasa.
La verdad es que las vistas de San Roque de Riomiera y de la carretera que conduce al Puerto de Lunada eran espectaculares. Fijaros en los dos ciclistas que hay en el tramo de carretera abajo a la derecha y podréis apreciar las dimensiones del conjunto.
Un poquito más… un poquito más… venga, sólo hasta el siguiente repecho. Dos minutos más y me doy la vuelta. Cuatro pasitos más y ya vale. Tres fotos más y me vuelvo. Anda… si la cima está ahà enfrente… para lo que queda casi podÃa aprovechar que estoy aquà y llegar hasta arriba, porque debe haber unas vistas impresionantes de todas las montañas alrededor. Hala, allá vamos. Pobre incauto, lejos estaba yo de sospechar lo que la naturaleza me depararÃa. Y como decÃan en las pelis antiguas, «Continuará»…
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