Esta serie de entradas empezó con una primera parte en que pasé por el lugar donde estuvo en su dÃa la capilla de San Roque. Cerca de ese punto se inicia una subida (la Avenida de los Infantes) y en ella, haciendo esquina con la calle Las Cruces aparece una estatua ¡como no! de San Roque. Muchos seguidores debe tener por aquà cuando de otros santos no se ve nada por la calle.
¿Y quien está con él? ¿Quién puede faltar? El perro de San Roque, ese que no tiene rabo porque Ramón RodrÃguez se lo ha cortado. El can también tiene sus admiradores que lo han puesto con un toque fashion floral hippie-chic. Huy perdón, se me ha pegado la jerga del blog de mi parienta…
Gracias al cartelote me entero que San Roque se dedicaba a curar enfermos de peste de paso que hacÃa turismo por Italia. Será por eso que le hicieron santo y a mi, que cuando voy por el mundo adelante sólo me dedico a comer y beber, ni me nombran ni me dedican estatuas. Pero bueno «que me quiten lo bailao» o, en este caso, lo comido.