Será por eso que tanto me gusta irme a las alturas, porque se ven las cosas de una forma diferente. No es lo mismo ver desde la arena la carrera playera que hacen en Laredo a verlo desde lo lejos, en que la gente parece un montón de hormiguitas arremolinadas alrededor de una pancarta de meta en miniatura.
O el monte de la Atalaya, desde el que tan buenas vistas hay. Estaba acostumbrado a ver Laredo desde arriba o la Atalaya desde abajo pero no a verlo desde arriba. Qué bien se distingue desde aquà el argayo (derrumbamiento) en la parte izquierda, esa tremenda abertura por la que se escurrió la tierra hacia el puerto. Lo dicho en su momento, si yo fuera el de la casita blanca que queda justo a continuación no las tendrÃa todas conmigo ni dormirÃa tranquilo al cien por cien.
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