Visita al museo de la Catedral (III)

Me quedaba hace diez días extasiado en la contemplación de la carretilla de caoba expuesta en el Museo de la Catedral santanderino, así que ahí mismo vamos a retomar el hilo de la visita.
Otra vista de la carretilla
Hay que ver qué trabajada, qué labrada y decorada estaba la carretilla, el orgullo de cualquier ebanista con esa pala con punta de plata, esas patas con forma de garras de león…
Pata de león de la carretilla
…esa coronita en lo alto y una placa conmemorativa sobre el escudo. Impresionante. Lo malo es que según nos contaron, a la reina se le quitaron las ganas de ir a inaugurar nada con la carretilla y mandó el marido, que tuvo que apañarse con el choteo de verle aparecer para usar la carretilla de reina. En fin, esas cosas tan casposas que pasaban en la España del siglo XIX.
Placa en la carretilla
Poco más quedaba por ver en el museo. Una vitrina con unas cuántas joyas expuestas, vamos a echarle una ojeadita de cerca.
Vitrina con objetos de la iglesia
Poco interés despertó en mi ver una cadenita con una cruz, un anillo de obispo o similares que oye, será muy valioso y a lo mejor lo que rodea la piedra central son un montón de diamantes, pero es que ni fú ni fa. Al contrario que la parienta (como era de suponer), las joyas me traen bastante al fresco. Es más, no llevo reloj, no llevo ningún anillo, no llevo cadena, conmigo las joyerías no salen de la crisis.
Anillo y estuche
Pero lo que sí tenía interes era esta cosa con forma de cruz. No por las formas ni los materiales, sino por lo del centro.
Relicario
¿Quieres ver que eso es la reliquia de un santo, de un beato o de alguno del gremio? Lástima que no me di cuenta hasta que vi las fotos y me leí las letras, sino le podía haber preguntado a la guía qué venía siendo lo del círculo central. Justo encima pone «ex carne» espero no que no aprovecharan la muerte de algún santo para ir recortándole circulitos y haciendo reliquias en serie.
Inscripción en el relicario
Dejo para lo último parte de un cartel que había junto a la vitrina anterior porque esto sí que llamaba la atención. Hablan de Emilio Pino, el alcalde de Santander en la época en que se incendió (1941) y hay una frase muy reveladora de cómo funciona este país desde tiempos lejanos: «Durante la reconstrucción defendió en todo momento los intereses generales frente a las pretensiones de promotores inmobiliarios y políticos, por lo que fue cesado». Si todos los alcaldes españoles desde entonces fueran igual de íntegros, habrían cesado a la gran mayoría…
Cartel sobre Emilio Pino

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