Pocos puertos de montaña cántabros me quedan por visitar. Si por mi fuera los habrÃa recorrido todos hace tiempo, pero el súbito deceso de mi querido Ford Focus me dejó sin vehÃculo para excursiones en dÃas de diario y a la parienta es complicado engañarla y llevármela a ver un monte pelado en Quintopino del Pas en fin de semana. Aún asà un dÃa la convencà para ir a ver un sitio muy pero que muy bonito llamado Piedrasluengas. Si hubiera un centro comercial serÃa más fácil persuadirla, pero al no haberlo toca emplear mis malas artes sabedor de que su venganza por llevarla a un monte perdido me saldrá carÃsima vÃa Visa en rebajas. Una pena que no disfrute con lo bueno del mundo rural, porque a ver en qué parte de Santander puedes ver un monumento ni más ni menos que al urogallo como hay en la carretera que conduce al puerto de montaña.
Que bonito, un pavipollo cantarÃn en lo alto de una peana. Fino y elegante como la fuente de la cabra de Islares.
¿Véis esas nubes del fondo? ¿A qué molan? Pues hacia ahà precisamente nos dirigÃamos. Es entonces cuando caes que si vamos a ver Piedrasluengas y está todo lleno de nubes, ni vas a ver Piedras ni Luengas, ni nada de nada. A ver quien es el guapo que convence a la parienta para volver a semejante sitio «porque querÃa sacar otro par de fotos». Me corre a gorrazos por el Paseo de Pereda adelante, como si lo viera.
Aquà la placa del monumento al urogallo, la más grande gallinacea europea de la que milagrosamente aún quedan ejemplares, conocida como era la afición de Super Manuel Fraga a tumbarlos a tiros, segun daba fe el urogallo disecado en el albergue de Ancares. Esto es como un artÃculo de la wikipedia, pero en bronce.
Ah, el autor es Antonio RodrÃguez «el Cabuérnigo», a quien se nota que le gustaban las estatuas de animales porque también es el autor del monumento a la vaca Rignalda de Torrelavega que vimos hace unos dÃas.
No es esto el único monumento monolÃtico de la zona. Justo enfrente hay una cruz casi atropellada por el guardarrail.
Hombre, asà no luce mucho pero los cables por detrás tampoco contribuyen a mejorar el panorama. Triste homenaje le hacen a quien figura en la inscripción de la cruz, José Canteli GarcÃa, médico de Tudanca fallecido el 23 de febrero de 1960.
¿Qué es Tudanca? El pueblo cántabro que se divisa al otro lado del monte. TÃpico pueblo cántabro de media montaña, con sus casonas, sus prados y su carretera llena de curvas, que no son nada comparado con las que nos esperaban unos kilómetros más adelante.
A su derecha aparece La Lastra, tÃpico pueblo cántabro de media montaña, con sus casonas, sus prados y su carretera con menos curvas. Al fondo se divisan las montañas por las que discurre el puerto de Piedrasluengas. Se me empiezan a poner los dientes largos sólo con ver ese panorama.
Anda, qué curioso, si aquà también tienen esa curiosa costumbre de poner piedras en el tejado para evitar que vuelen las tejas. Sólo que aquà no hacen con en otros lados, que distribuyen las piedras sin orden ni concierto. Aquà parece que ha venido el excelentÃsimo ilustrÃsimo ingeniero municipal a situar las piedras según la normativa europea.
Tan ensimismado estaba en la admiración de pueblos, montes, tejados y piedras que ni me habÃa dado cuenta de la presencia en las inmediaciones de un rebaño de ovejas peludas escaladoras contemplándome con cara de «uufffff… qué hartas estamos de paparazzis».
Todas, menos una. Esta otra asomaba a mi izquierda y como posaba la jodÃa, aquà la tenéis en plan Kate Moss lanuda. Me miraba, cambiaba de pose, hacÃa ojitos, qué colorido ese blanco en la ladera con el verde de fondo. Ganas me dieron de adoptarla y tratarla como una reina con tal de que se coma el césped en el jardÃn, que menudo aburrimiento es pasar la cortacésped una y otra vez en cuanto llega el verano.