En lo más alto de Biarritz (III)

Recuerdo que allá por finales de noviembre estaba relatando, por fin, la subida al faro de Biarritz. Como uno es así de desastre, pasó noviembre, pasó diciembre y ni se me acordó poner el tercer capítulo con las vistas desde lo alto. I’m so sorry («soy una sorra» en inglés).

Dirigiendo la vista hacia el norte se puede ver el mamotreto que recibe por nombre «Belambra Club La Chambre d’Amour». Oye, que no se han cortao un pelo. Si hay que edificar a lo bestia a escasos diez metros de la playa, se tira p’arriba y tan contentos. Por metros cúbicos de hormigón que no sea.
Vistas desde el faro de Biarritz
Aunque el nombrecito de «La chambre d’amour» suene a motel y golfería, la historia tiene más romanticismo que ñacañaca. Cuenta la leyenda que Laorens, pobre y huérfano, tenía un cierto apañito con Saubade, hija de un rico. A pesar de la oposición del padre de ella se juntaban en una cueva de la playa para quitarse los picores mutuamente, por decirlo de alguna forma. Allí se juraron y perjuraron amor hasta la muerte, algo a lo que el 99,99% de los amantes esperan no tener que llegar pero en este caso tuvieron la mala suerte de ser el 0,01% restante. Un día que estaban en su solución habitacional (cueva para todo el mundo salvo para la ministra aquella) les pilló de improviso una tormenta con oleaje, el mar subió más rápido de lo habitual y pilló desprevenidos a los amantes que se ahogaron los pobres. Qué le vamos a hacer, estas cosas pasan. «Si hubieran estado aprendiendo latín no les hubiera pasado nada», me dirán los latinistas aún escocidos por la entrada de ayer. Es cierto, aunque no del todo. Se habrían salvado del oleaje pero habrían muerto de aburrimiento mucho antes.

Giramos la vista 180º, echamos una reojada hacia el sur y esta es la playa de Miramar. Más o menos por aquí embarrancó el Frans Hals.
Playa Miramar de Biarritz I
Playa con los acantilados reforzados por bloques de hormigón para evitar que el mar se los vaya comiendo poco a poco. Según parece los franceses han aprendido que el mar tiene mucha paciencia y si lo dejas se lo zampa todo.
Playa Miramar de Biarritz II
Hacia el oeste no hay más que mar abierto y unas rocas pegadas a la costa.
Tomando el sol junto al mar I
No sólo eso, también una pareja tomando el sol sobre una construcción que no sé si será algo defensivo, una cetárea o sabe dios qué. Da igual, la tengo en mi lista para la próxima visita así que tarde o temprano lo sabremos.
Tomando el sol junto al mar II
Claro que con habrá que ir con cuidadito, no en vano ahí fue donde el año pasado una tremenda ola se llevó por delante a dos personas que andaban por ese trozo de costa. Uno de los dos consiguió llegar a la costa malamente pero la otra se ahogó. A día de hoy una placa y unas flores sirven como recuerdo.
Bajada a la zona peligrosa
Aquí están, en memoria de Charlène Guillem. Normalmente la valla de la foto anterior está siempre cerrada y todo el mundo pasa igual. En invierno y con oleaje, mucho ojo, que aquí el mar no bromea.
En recuerdo de Charlene Guillem
Nada más que ver desde lo alto del faro. Volví a bajar para juntarme con la parienta, porque como ya dije al principio a ella la idea de subir más de doscientos escalones sólo por ver el panorama desde lo alto tampoco es que le haga mucho tilín. Nos fuimos nuevamente hacia la playa grande a dar una vueltecita y adiós faro, otra muesca más en el listado de logros de todo a cien del que aquí suscribe.
Playa de Biarritz con el faro al fondo

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