Ito РI̱o РUco

Como ya decía, un tema que trataré mas de una vez son las similitudes y diferencias entre Galicia y Cantabria, bien sea en forma de vida, paisajes, calidad de agua o hasta en la forma de hablar. Algo que me llamó mucho la atención al llegar fue que lo que en España generalmente acaba en el coloquial «ito», en Galicia acaba en «iño» y aquí acaba en «uco», de modo que os presento a un quesito, quesiño, o quesuco dependiendo de dónde estéis. La mitad izquierda de éste aún está en la nevera, la mitad derecha ha pasado a mejor vida dejándonos una inmejorable impresión así como un gran recuerdo.

Y no os cuento la impresión de la primera vez que escuché decir a uno que se iba a comer unos «filetucos» en la playa…

El gran salto

No me refiero a la entretenida película de los hermanos Coen, todos aquellos que no ha hayáis visto ni os lo penséis si se pone a tiro, sino al día de la mudanza, tan lejano hacía poco pero acercándose cada vez más. Antes de la fecha señalada pasaron las caras asombradísimas de todos mis compañeras/os de trabajo al saber la noticia, no en vano el gallego dicen que es raza emigrante pero sólo cuando no quedan mas huevos, que lo que realmente desea todo el mundo es ser funcionario en el ayuntamiento y no moverse de su ciudad o pueblo para poder ir a comer al mediodía a casa de mamá (yo el primero, para qué negarlo). Vinieron días en tierra de nadie, a la espera y sin plantearte qué ibas a hacer o donde ibas a ir porque simplemente ya no ibas a estar allí. Despedida de los amigos, corre que te pillo en el trabajo con las prisas de última hora y es que da igual que plantees con mes y medio la lista de tareas que deben ser reasignadas, quien tenía que decidir lo dejó todo para tres días antes de mi marcha (sistema ibérico habitual) y así no hay forma. Días de empaquetado, días de limpieza largando toda la morralla que acumulas durante nueve años. La mudanza estaba prevista para el tres de agosto y un par de días antes, por un problema con el furgón de la empresa, hubo que retrasarla hasta el seis. Hala, otros tres días de sí pero no… y llegó el día seis, ocho de la mañana, el cielo llora porque nos vamos según unos y otra vez un verano de mierda con lluvia hasta en agosto según otros, un furgón grandote a la puerta de casa del que bajan tres currantes y empieza el movimiento…

En tres horas cargaron todo lo que nos llevábamos y se marcharon, se nos hizo curioso ver la casa otra vez vacía, casi sin muebles, las paredes desnudas y los armarios, habitualmente rebosantes, sin una percha colgando. Vinieron los nuevos dueños, hicimos la entrega oficial de llaves, subimos a los perros a los coches y partimos sin mirar atrás. Hay a quien le da pena este tipo de cosas, a mi ni fu ni fa, me preocupaban mucho más los 650 kms que teníamos por delante y la aventura que supone empezar desde cero, que lo que dejábamos atrás.

Epoca de elecciones

Interrumpimos de nuevo el relato pormenorizado de nuestra llegada a Cantabria para relatar una de las cuestiones de actualidad. Estamos en época de elecciones y mirad qué cosa mas curiosa, no sé cómo ni porqué pero aquí aparecen todos los carteles, sean de la formación que sean, con una nariz de payaso pintada sobre la foto del candidato.

Estos me los encontré el otro día cerquita de mi casa mientras paseaba a los perros. Nada, nada, sacamos el móvil, foto al canto y dejamos constancia para la posteridad.

Si alguno creía que por venirme a Cantabria el blog se iba a volver más serio, que vaya olvidándolo…

Comparaciones

Pegamos otra vez un salto espacio-temporal dejando la mudanza de lado para comentar que una vez establecidos toca, como es evidente, ir conociendo la zona. Y también toca, como es inevitable, establecer las comparaciones entre lo que teníamos y lo que ahora tenemos, cómo vivíamos frente a cómo vivimos o los usos y costumbres gallegos frente a los usos y costumbres cántabros. En unas cosas ganamos, en otras cosas perdimos, aunque si os he de ser sincero, la impresión por el momento es que hemos perdido poco y ganado mucho. Y si es en cuestión helados, ni os cuento. Lo reconozco, para mi son una perdición, me encantan. En Vigo son caros, un helado de dos bolas lo recuerdo a 2,20-2,50 euros. Mis favoritos eran los de la Heladería Gamela, en el paseo marítimo de Bayona. Grandotes, artesanos, sabores variados, creo recordar que dos bolas eran también dos veinte o dos euros y medio. Aquí, por dos euros te llevas ésto:

Venga, a lo bestia, mientras quepa y no se caiga al suelo seguimos echando. Una vez lo pagas tienes que empezar a hacer maniobras para evitar que aquello se escurra y caiga por todos lados. Con el otoño este tan atípico que está haciendo ya os podéis imaginar, nos pusimos morados…

Buscando un nuevo hogar

La siguiente prueba para poderse ir a vivir fuera consistía en, casi ná, encontrar un lugar donde vivir. La idea era irnos a primeros de agosto para aclimatarnos un poco, organizar todo lo de la mudanza y en septiembre tener todo listo para la vuelta al trabajo. Hablamos con alguna inmobiliaria y nos dijeron que sin problema, que fuéramos en julio, veíamos varias y alquilábamos la que mas nos gustara. El tema tenía su miga porque julio era uno de los meses más cargaditos de trabajo, teníamos alguna otra persona de vacaciones y costó lo suyo cogerme una semanita libre. Llegados a esas fechas nos vamos de visita para ver casas y uy, empiezan los problemas. Que si es mala época porque la gente ya alquiló para el verano. Que queda poca cosa para ver, que hay mucho alquilado, que si para septiembre hay más y tal y cual. Coño, hablamos hace un par de meses y no había problema en venir en julio y ahora que vamos, sí que lo hay. Eso es claridad de ideas. Para más, al tener dos perros queríamos casa con un trocito de finca donde tenerlos y eso reducía aún más la cantidad de oferta.

Resumiendo, esa semana fue UN HORROR y casi acabo de los nervios. Una procesión viendo casas cada cual menos ajustada a lo que pedíamos, docenas de llamadas telefónicas, todo contrarreloj porque el sábado nos volvíamos a casa y el jueves aún me veía sin un sitio donde venirnos a vivir diez días después. ¿Ya os he dicho que la parienta tiene una suerte que impresiona? Pues aquí más de lo mismo, la última inmobiliaria a la que llamó resultó ser de un gallego que no tenía en cartera nada ajustado a lo que pedíamos pero conocía a un promotor que como conseguía vender una serie de chalets estaba pensando en alquilarlos. Llamadita y nos encontramos con una casa a estrenar, más pequeña que la nuestra pero de tamaño justo para dos personas (150m2), con finca, casi toda amueblada, cocina con electrodomésticos, aspiración centralizada, etc, en una zona a 10 kms de Santander. Vamos, como anillo al dedo. El promotor, milagro, un tío de lo más agradable que nos lo puso todo facilísimo, cerrando el tema de palabra, dándonos las llaves y dejando la firma del contrato para cuando ya estuviéramos instalados.

Así, por fin, pudimos dedicarnos a la tarea para la cual nos trasladamos a Cantabria: el tapeo y la buena vida. Aunque bueno, para eso hay poca diferencia estés acá o allá.

Acá y allá

Hacemos una breve parada en la historia de la mudanza para comentar que acá, como allá, me siguen saltando delante de las narices las fotos sin necesidad de buscarlas. Voy circulando tranquilamente en el coche al lado de una playa cuando de repente, zás, ahí lo tienes, todo un bofetón a la vista y a la ortografía. Pues nada, aquí la dejo para que ustedes la disfruten.

Consideraciones previas a la mudanza

A la hora de pegar un salto así de cafre como el que nos proponíamos dar, varias eran las consideraciones previas al tema. Primero que había que ahorrar algo de pasta para sobrevivir una vez establecidos en nuestro nuevo destino, y más contando que la parienta iba con trabajo asegurado pero yo no. Con paciencia y algo de ayuda por parte de la sección de premios del Ministerio de Educación (no es broma) se fue consiguiendo a pesar de la crisis. La Excel, ese invento del demonio que sirve principalmente para asustarnos al ver lo que se nos viene encima, finalmente nos dio su bendición.

La segunda consideración, mucho más importante que la primera, es que había que vender la casa justo en la época en que no se vendía nada de nada de nada. Para poneros en situación, os presento mi ex-casita: dos plantas, 250m2, 800 metros de finca, zona totalmente rural, comprada hace nueve años a un precio más que asequible al habernos cruzado con un promotor medio crápula necesitado urgentísimamente de fondos.

Curiosamente se ve que teníamos todos los santos de cara, porque fue ponerla a la venta, nos llamó una pareja, vinieron a verla, a los cinco minutos de marcharse nos llamaron por teléfono haciendo una contraoferta (pidieron una mínima rebajita) y cerramos el trato. Ni crisis ni nada, vendida en una semana. Si es lo que digo yo, la parienta nació con el santo de cara y haga lo que haga siempre le sale bien así que mejor me callo la boca y me quedo al rebufo que mejor me irá.

¿Cóóóóóóóóóóómooooo?

¿Y cómo es eso posible, os preguntaréis? ¿Qué ha pasado para semejante cambio? Pues nada del otro mundo, temas laborales que no me gustaban, temas laborales que no le gustaban a la parienta, ganas de aire fresco, de variar, de ver sitios nuevos, aburrimiento por los mismos paisajes una y otra vez, etc. A los dos nos encantaba hacer kilómetros el fin de semana por Galicia adelante, pero de tanto viaje, últimamente llegaba el sábado y ya no sabíamos donde ir. Veía un mapa y prácticamente todo era «Huy, aquí ya fuimos». Huy, aquí también. Y aquí. Y aquí. Y aquí. Y aquí, etc, etc. Si esto ya era así hoy, pensar en el mismo tema dentro de diez años me daba repelús de modo que poco a poco se fue metiendo en la cabeza el gusanillo del cambio. ¿Nunca os entraron ganas de borrón y cuenta nueva? Pues eso mismo. Primero sondeamos la posibilidad de irnos a Europa, pero no cuajó, demasiado complicado. Los que seguíais Galicia En Fotos recordaréis alguna entrada sobre lo bien que me lo pasaba aprendiendo alemán… pues ya os podéis ir imaginando porqué era, aquí no se da puntada sin hilo. Viendo que nos quedábamos en España sólo faltaba decidir el destino. Si es posible cerca del mar, eliminamos todo el centro. Andalucía, Murcia, Alicante y Valencia eliminados también porque el calor me mata. Cataluña y el País Vasco eliminados por temas particulares. ¿Qué nos quedaba? Prácticamente Asturias o Cantabria. Oviedo y Gijón los conocíamos más, en verano pasamos por Avilés, luego visita a Santander, pito, pito, gorgorito… pues ha tocado Cantabria, que para haceros una idea viene siendo algo así:

Y mañana, más.

He vuelto y me he ido

Aunque el título suene raro, es la verdad verdadera. Tras el final de www.galiciaenfotos.com he vuelto porque me he ido. ¿Qué? ¿Cómo? Avisé que 2011 iba a ser año de cambios, muchos y muy grandes. El mayor, y la principal causa de finalizar el blog anterior, es que ya no vivo en Galicia sino en Cantabria, a diez kilómetros de Santander.

Así como suena, en un medio arrebato de locura pegamos un buen salto, nos fuimos de Galicia y empezamos de nuevo a 650 kms de nuestro hogar anterior, pero las buenas costumbres no se pierden así que iros preparando para ver fotos y más fotos del norte peninsular. Once del once del once, bonita fecha para retomar buenas costumbres…

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